Hijo de un rico comerciante del Virreinato que se benefició con el monopolio de la venta de mercaderías de España, Manuel Belgrano es enviado de joven por su familia a estudiar en Europa. Allí entra en contacto con las ideas de libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución Francesa. A su regreso, es nombrado secretario del Consulado de Buenos Aires, puesto que le permite conocer algunos de los males de la economía rioplatense y pensar los modos de superar el atraso de la región, alentando la producción de las provincias.
Estas dos experiencias son determinantes en la formación revolucionaria de Belgrano, que lo lleva a ser uno de los grandes impulsores de la Revolución de Mayo, donde, además de participar como vocal de la Primera Junta, colabora con Moreno en la redacción de su Plan de Operaciones. Ante las amenazas al destino de su patria, asume su rol en las guerras de la independencia al frente de la campaña al Paraguay y, luego, del Ejército del Norte, con gestas heroicas como el Éxodo Jujeño y las batallas de Tucumán y de Salta. En la posta de Yatasto entregará el mando de ese ejército a San Martín.
Norberto Galasso aborda en esta obra la vida de uno de los principales próceres de la historia argentina, su pensamiento, sus luchas, la creación de la bandera, su sacrificio, pero también sus contradicciones, sus derrotas y sus sombras, como lo fueron sus diferencias con Artigas y Güemes. Más allá de cualquier discusión, lo que se destaca en la figura de Belgrano es su compromiso inquebrantable con una patria libre y soberana, pese a las diferentes vicisitudes que tuvo que enfrentar, y ese fue su gran legado.