Maloca es el hogar colectivo de los yanomamis, un pueblo indígena de la selva amazónica. Y «Maloca, maloca…» es el mensaje que abre las comunicaciones por radio entre las aldeas de la selva donde vivía una joven pediatra italiana que sirvió en las filas de la organización humanitaria Médicos del Mundo. La protagonista de este libro es una mujer occidental que vive en primera persona todas las contradicciones del encuentro con otra cultura, acepta ser comparada con los chamanes, se indigna por las violaciones colectivas de las que los jóvenes varones del pueblo se jactan, se rebela cuando una mujer piensa en matar a su hijo recién nacido y se ríe cuando encuentra a toda una familia en el maletero de su coche.
Hay asombro y familiaridad; amor y desesperación; desconcierto y comprensión en el relato de esta doctora capaz de alternar con agudeza el estetoscopio y la pluma. En una palabra, hay pasión: por su oficio y por un pueblo que, pese a la distancia geográfica y cultural, siente cercano y amigo. En esta delicada narración, la actitud científica de la doctora coexiste en perfecta armonía con la mirada empática de la mujer.

 

Maloca, maloca - Michela Sonego

$31.990
Maloca, maloca - Michela Sonego $31.990

Maloca es el hogar colectivo de los yanomamis, un pueblo indígena de la selva amazónica. Y «Maloca, maloca…» es el mensaje que abre las comunicaciones por radio entre las aldeas de la selva donde vivía una joven pediatra italiana que sirvió en las filas de la organización humanitaria Médicos del Mundo. La protagonista de este libro es una mujer occidental que vive en primera persona todas las contradicciones del encuentro con otra cultura, acepta ser comparada con los chamanes, se indigna por las violaciones colectivas de las que los jóvenes varones del pueblo se jactan, se rebela cuando una mujer piensa en matar a su hijo recién nacido y se ríe cuando encuentra a toda una familia en el maletero de su coche.
Hay asombro y familiaridad; amor y desesperación; desconcierto y comprensión en el relato de esta doctora capaz de alternar con agudeza el estetoscopio y la pluma. En una palabra, hay pasión: por su oficio y por un pueblo que, pese a la distancia geográfica y cultural, siente cercano y amigo. En esta delicada narración, la actitud científica de la doctora coexiste en perfecta armonía con la mirada empática de la mujer.