Dos parejas, sumergidas en la cuadrícula repetitiva de los protocolos urbanos, enfrentan y sobreviven a la mecánica de la cotidianidad. Su deriva en este universo en que todo parece fosilizado (las obligaciones, los diálogos, los desplazamientos) es el núcleo de esta novela de Ignacio Molina. Su mayor riqueza se encuentra en los intersticios por donde irrumpen leves irregularidades sobre la superficie de lo ordinario para convulsionar una estructura uniforme sólo en apariencia.
Los modos de ganarse la vida podría en una primera
instancia leerse como una epopeya de lo elemental, una hermenéutica de la rutina. Pero se trata más bien de
un entramado complejo en el que lo profundo y lo trivial confunden sus niveles, donde lo nimio y lo definitivo se fusionan hasta conformar un único discurso que encuentra su cifrado en la disección obsesiva del entorno.
Alternando puntos de vista y apoyado en la cautivante prosa que marcaba sus cuentos de Los estantes vacíos, Ignacio Molina presenta un revelador extrañamiento frente a lo más próximo.

Los modos de ganarse la vida - Ignacio Molina

$17.000
Los modos de ganarse la vida - Ignacio Molina $17.000

Dos parejas, sumergidas en la cuadrícula repetitiva de los protocolos urbanos, enfrentan y sobreviven a la mecánica de la cotidianidad. Su deriva en este universo en que todo parece fosilizado (las obligaciones, los diálogos, los desplazamientos) es el núcleo de esta novela de Ignacio Molina. Su mayor riqueza se encuentra en los intersticios por donde irrumpen leves irregularidades sobre la superficie de lo ordinario para convulsionar una estructura uniforme sólo en apariencia.
Los modos de ganarse la vida podría en una primera
instancia leerse como una epopeya de lo elemental, una hermenéutica de la rutina. Pero se trata más bien de
un entramado complejo en el que lo profundo y lo trivial confunden sus niveles, donde lo nimio y lo definitivo se fusionan hasta conformar un único discurso que encuentra su cifrado en la disección obsesiva del entorno.
Alternando puntos de vista y apoyado en la cautivante prosa que marcaba sus cuentos de Los estantes vacíos, Ignacio Molina presenta un revelador extrañamiento frente a lo más próximo.