Las figuras de Osvaldo y Leónidas Lamborghini, sin ser lo mismo, representan en conjunto una obra fundamental en la literatura argentina contemporánea, visionaria en más de un sentido, y ajena a los códigos semióticos preestablecidos y las modas intelectuales. El libro rastrea las conexiones entre Osvaldo Lamborghini y otros escritores argentinos contemporáneos -Perlongher y otros cuya asociación no es tan inmediata-, pero fundamentalmente con su hermano Leónidas, el carácter de su barroquismo (el de ambos), la suerte de "deconstrucción criolla" que puede reconocerse en sus obras, el aliento argentino de su escritura -pensado como una peculiar lectura de la cultura occidental más que como "nacionalismo"-, y la definición de cierta clave vanguardista con la cual leerlos. Como dice el autor en la conclusión: "Hoy, no hay otra forma de ser vanguardista que la de ya no serlo. Sin embargo, no se trata de fingir que nada ha pasado. Es preciso romper con la ruptura... ser -en todo caso- transvanguardista: pasar por las vanguardias, haber hecho la experiencia de instalarse en ellas, de romper con ellas en el sentido más drástico -esto es: tomándolas como retaguardia, como lo que nos quedó atrás-".

Los Lamborghini - Carlos Belvedere

$5.600
Los Lamborghini - Carlos Belvedere $5.600

Las figuras de Osvaldo y Leónidas Lamborghini, sin ser lo mismo, representan en conjunto una obra fundamental en la literatura argentina contemporánea, visionaria en más de un sentido, y ajena a los códigos semióticos preestablecidos y las modas intelectuales. El libro rastrea las conexiones entre Osvaldo Lamborghini y otros escritores argentinos contemporáneos -Perlongher y otros cuya asociación no es tan inmediata-, pero fundamentalmente con su hermano Leónidas, el carácter de su barroquismo (el de ambos), la suerte de "deconstrucción criolla" que puede reconocerse en sus obras, el aliento argentino de su escritura -pensado como una peculiar lectura de la cultura occidental más que como "nacionalismo"-, y la definición de cierta clave vanguardista con la cual leerlos. Como dice el autor en la conclusión: "Hoy, no hay otra forma de ser vanguardista que la de ya no serlo. Sin embargo, no se trata de fingir que nada ha pasado. Es preciso romper con la ruptura... ser -en todo caso- transvanguardista: pasar por las vanguardias, haber hecho la experiencia de instalarse en ellas, de romper con ellas en el sentido más drástico -esto es: tomándolas como retaguardia, como lo que nos quedó atrás-".