Quizá la sabiduría del olvido sólo les sea posible a quienes han vivido una experiencia intensa, y en toda experiencia intensa se cifra el enigma de un relato. Son borrosas las fronteras entre la vigilia y el sueño, entre la complicidad y el amor, entre el viaje y la imposibilidad de moverse, entre la hazaña y el fracaso, entre el recuerdo y lo que las revistas dicen de esos recuerdos imborrables. Así lo muestra Vázquez a través de una prosa ágil y de tramas envolventes. En las historias de Cristian Vázquez hay encuentros fugaces, lugares fantasmagóricos, miradas que revelan deseos, recuerdos inciertos; hay parejas insomnes, hombres sin dinero en las barras de los bares, viajeros curiosos y mujeres que sueñan con casas familiares. La huella de lo extraordinario se pasea por el mundo cotidiano y produce incertidumbre. Los personajes parecieran buscar el momento exacto en el que se decidió el sentido de sus vidas y el lector, cautivado, entra en ese juego de las pesquisas; observa, al igual que lo hace un detective, el signo que anticipe de qué lado caerá la moneda, el gesto o la palabra que dirán algo más de lo que pretenden decir. Entre lo velado y lo prodigioso, con prosa elegante y precisa, más que en lo elidido o en lo que se dice, la tensión de las historias se sostiene en la maestría de las sugestiones y en la capacidad de dar con el instante en que se vive una historia.

Martín Lombardo

Los elefantes saben olvidar - Cristian Vázquez

$15.500
Los elefantes saben olvidar - Cristian Vázquez $15.500

Quizá la sabiduría del olvido sólo les sea posible a quienes han vivido una experiencia intensa, y en toda experiencia intensa se cifra el enigma de un relato. Son borrosas las fronteras entre la vigilia y el sueño, entre la complicidad y el amor, entre el viaje y la imposibilidad de moverse, entre la hazaña y el fracaso, entre el recuerdo y lo que las revistas dicen de esos recuerdos imborrables. Así lo muestra Vázquez a través de una prosa ágil y de tramas envolventes. En las historias de Cristian Vázquez hay encuentros fugaces, lugares fantasmagóricos, miradas que revelan deseos, recuerdos inciertos; hay parejas insomnes, hombres sin dinero en las barras de los bares, viajeros curiosos y mujeres que sueñan con casas familiares. La huella de lo extraordinario se pasea por el mundo cotidiano y produce incertidumbre. Los personajes parecieran buscar el momento exacto en el que se decidió el sentido de sus vidas y el lector, cautivado, entra en ese juego de las pesquisas; observa, al igual que lo hace un detective, el signo que anticipe de qué lado caerá la moneda, el gesto o la palabra que dirán algo más de lo que pretenden decir. Entre lo velado y lo prodigioso, con prosa elegante y precisa, más que en lo elidido o en lo que se dice, la tensión de las historias se sostiene en la maestría de las sugestiones y en la capacidad de dar con el instante en que se vive una historia.

Martín Lombardo