Los colores del fuego es la historia de Paloma, la historia del patio, la historia de las grietas.
Se está en la casa y se presencian los fragmentos de las palabras y las melodías mientras van desapareciendo. Desde Paloma se ven a los otros que habitan y cuidan, quieren, recuerdan lo que se va, un bandoneón, los juegos, la familia, una amiga, el fuego. Algo permanece, los fósforos y las tizas.
Corina Iglesias reencuentra los pedazos de una casa y los va ordenando en las voces de sus habitantes; su narración es la del dolor propio de la niñez y lo inasible del mundo cruel de los adultos. No entendemos, junto con la protagonista, por qué pasan las cosas.
Joaquín Rodríguez y Martín Domínguez
 
Paloma está atenta, alerta, es una niña con un exquisito mundo interior que, acompasado con su corazón, late en esa casa.
La infancia, guardiana de nuestros secretos, custodia los recuerdos bajo el barniz de lo onírico, entre lo que fue, no fue y el olvido inevitable.
Corina Iglesias, en un relato en apariencia ingenuo, nos toma de la mano para transitar un patio con malvones hacia lo más profundo del alma, sostenido, con franqueza, por el sentir y las vivencias de una nena.
Cargada de alegorías y con una transparente mirada poética, esta historia (nos) habla de nosotros, de la osamenta que nos sostiene, del fuego que nos quema en ciertos momentos de nuestras vidas, pero, también, de la sencillez de los juegos, de la fantasía, de la simpleza de los sonidos y perfumes que nos constituyen.

Los colores de fuego - Corina Iglesias

$9.500
Los colores de fuego - Corina Iglesias $9.500
Los colores del fuego es la historia de Paloma, la historia del patio, la historia de las grietas.
Se está en la casa y se presencian los fragmentos de las palabras y las melodías mientras van desapareciendo. Desde Paloma se ven a los otros que habitan y cuidan, quieren, recuerdan lo que se va, un bandoneón, los juegos, la familia, una amiga, el fuego. Algo permanece, los fósforos y las tizas.
Corina Iglesias reencuentra los pedazos de una casa y los va ordenando en las voces de sus habitantes; su narración es la del dolor propio de la niñez y lo inasible del mundo cruel de los adultos. No entendemos, junto con la protagonista, por qué pasan las cosas.
Joaquín Rodríguez y Martín Domínguez
 
Paloma está atenta, alerta, es una niña con un exquisito mundo interior que, acompasado con su corazón, late en esa casa.
La infancia, guardiana de nuestros secretos, custodia los recuerdos bajo el barniz de lo onírico, entre lo que fue, no fue y el olvido inevitable.
Corina Iglesias, en un relato en apariencia ingenuo, nos toma de la mano para transitar un patio con malvones hacia lo más profundo del alma, sostenido, con franqueza, por el sentir y las vivencias de una nena.
Cargada de alegorías y con una transparente mirada poética, esta historia (nos) habla de nosotros, de la osamenta que nos sostiene, del fuego que nos quema en ciertos momentos de nuestras vidas, pero, también, de la sencillez de los juegos, de la fantasía, de la simpleza de los sonidos y perfumes que nos constituyen.