La última rama de este árbol se quiebra acá
¿Dónde ubicarme
si no fui
para madre
menuda como
la espadaña
que corta el viento en dos
sin renunciar a la gracia
ni llegué a ser
a ojos de padre 
más que el ensayo
infructuoso
de su varón
final?

Algunos 
huesos 
daneses
la caja torácica
por donde sube el timbre
de una voz grave
a ecuánime distancia
del deseo y lo deseado.

Alguien dijo que lo contemporáneo es producto del choque entre lo arcaico y lo moderno. En esa colisión se cifra buena parte de la fuerza y la gracia de este primer libro, donde la voz de Spada se presenta ya entera, y a la vez se hace cargo de que escribir poesía se parece “a ir tanteando con cautela las partes nuevas del cuerpo”, poema a poema.

Hay algo de otro tiempo en la poesía de Mariana Spada: un léxico abundante sin dejar de ser preciso, un deleite pausado en la contemplación de los paisajes fluviales de la infancia y un tono contenido que, en algunos momentos, sin embargo, deja pasar la urgencia del presente. De todos modos, no hay que confundir conservación con conservadurismo. Más que de conservar lo recibido, se trata de ejercer un cuidado ante y por el mundo, aunque esa mirada cuidadosa a menudo se vuelva quirúrgica. La observancia de esa ley de conservación consiste en el cultivo de una voz “a ecuánime distancia entre el deseo y lo deseado”, entre el tronco caído del árbol genealógico y los yuyos que, filosos y felices, proliferan.
Ezequiel Zaidenwerg
 

Ley de Conservación - Mariana Spada

$10.000
Ley de Conservación - Mariana Spada $10.000

La última rama de este árbol se quiebra acá
¿Dónde ubicarme
si no fui
para madre
menuda como
la espadaña
que corta el viento en dos
sin renunciar a la gracia
ni llegué a ser
a ojos de padre 
más que el ensayo
infructuoso
de su varón
final?

Algunos 
huesos 
daneses
la caja torácica
por donde sube el timbre
de una voz grave
a ecuánime distancia
del deseo y lo deseado.

Alguien dijo que lo contemporáneo es producto del choque entre lo arcaico y lo moderno. En esa colisión se cifra buena parte de la fuerza y la gracia de este primer libro, donde la voz de Spada se presenta ya entera, y a la vez se hace cargo de que escribir poesía se parece “a ir tanteando con cautela las partes nuevas del cuerpo”, poema a poema.

Hay algo de otro tiempo en la poesía de Mariana Spada: un léxico abundante sin dejar de ser preciso, un deleite pausado en la contemplación de los paisajes fluviales de la infancia y un tono contenido que, en algunos momentos, sin embargo, deja pasar la urgencia del presente. De todos modos, no hay que confundir conservación con conservadurismo. Más que de conservar lo recibido, se trata de ejercer un cuidado ante y por el mundo, aunque esa mirada cuidadosa a menudo se vuelva quirúrgica. La observancia de esa ley de conservación consiste en el cultivo de una voz “a ecuánime distancia entre el deseo y lo deseado”, entre el tronco caído del árbol genealógico y los yuyos que, filosos y felices, proliferan.
Ezequiel Zaidenwerg