Este libro podría ser considerado como un antimanual para padres. Es decir, contiene todo lo que no debe hacer si quiere ser padre o madre.

Por ejemplo, si es usted una persona resentida con la vida por lo que considera injusticias que ésta le infligió desde chico, esta novela le detallará los efectos de desquitarse con sus hijos por la rabia y frustración que eso le produce. Leyéndola podrá concluir que si usted es un padre que “creció mal”, como nos informa Maxi, protagonista y relator de la historia, respecto al suyo, en vez de emprenderlas a los golpes con uno de sus hijos, mejor adquiera un puching ball. De esa manera evitará coartar el desarrollo de su hijo dejándolo apocado, sus expectativas de éxito en la vida truncadas y con la vista perennemente clavada en el suelo, como una avestruz. Igualmente, podrá concluir que si necesita sentirse superior a alguien y darle un bálsamo a su alicaída auto valoración, en vez de burlarse de una de sus hijas, mofándose inmisericordemente de su incipiente gordura y tornándola bulímica, vaya mejor al circo a reírse de los payasos. Si a todo lo anterior le agrega abuso de lenguaje, de alcohol y tabaco, y de largas horas frente al televisor, entonces el antimanual para padres estará completo.
No se nos dice explícitamente en el libro, pero a juzgar por lo vívido del relato es muy probable que tenga éste un alto contenido autobiográfico. Es una familia argentina de siete miembros, papá, mamá y cinco hermanos - tres mujeres y dos hombres - más algunos perros. Ninguno se escapa de la violencia y ofensas del padre, borrachín y pendenciero, eterno desempleado y rabioso ignorante: “...todo lo que no sabe, todo lo que ignora, sin discriminar, lo enfurece”. Cuando no está golpeando a Martín, el hijo que más recibe, está burlándose de la gordita Guillermina, la hermana menor. Tiene también el padre la irritante costumbre – o técnica de intimidación - de murmurar por detrás, en soliloquio, pero con un volumen de voz que le asegura todos escuchen y se mantengan con los nervios de punta:“`Esta familia hija de puta’, murmura alto, como quien quiere ser escuchado, sin que sepan que quiso ser escuchado”. La mamá también lo pasa mal pero en vez de proteger a sus hijos, en muchas ocasiones toma partido por su marido, justificándolo en el maltrato. Y todo a los gritos, retumbando por la casa y alterando el buen vivir tanto de la familia como del vecindario. Los familiares cercanos, vecinos y prospectos amigos, precavidos de la situación, toman distancia y los dejan a su suerte: “En casa…estamos solos, todos contra todos y todos contra el mundo”.

Sin embargo en la vida de Maxi hay una esperanza. Por ejemplo, cuando el colegio sospecha de la violencia intrafamiliar y manda llamar a los padres para indagar, Maxi tiene la esperanza de que la situación sea descubierta y denunciada a las autoridades, y así llegue a su fin. Vana esperanza de un exiguo triunfo pues los padres logran zafar. Es un sarcasmo pues todo en él es en realidad pura desesperanza aprendida y baja auto estima: “No tengo la fuerza para interesarme en salir adelante. Nunca me dieron el ejemplo de cómo ni tengo un mínimo de astucia para inventármelo…Soy alto, alto y severamente imbécil. Por eso me encorvo, porque no siento que haya nada interesante por lo que valga andar recto.”
Pero he aquí que caído del cielo viene un “ángel” que le trae a Maxi la vía de escape en forma de libro, a pesar de que su interpretación del hecho es más desde abajo que desde arriba, acorde con la mirada que tiene de las cosas: “Alguien surgió desde su cueva y me alcanzó un libro. Y me reconozco afortunado por eso.” Eso y los ojos de un perro traicionado bastaron para que descubriera su vocación y fuera algo en la vida, aunque todavía mínimo.
¿Podríamos a partir de esta historia comenzar a creer que sí existe el ángel de la guarda?

Las garras del niño inútil - Luis Mey

$24.900
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Este libro podría ser considerado como un antimanual para padres. Es decir, contiene todo lo que no debe hacer si quiere ser padre o madre.

Por ejemplo, si es usted una persona resentida con la vida por lo que considera injusticias que ésta le infligió desde chico, esta novela le detallará los efectos de desquitarse con sus hijos por la rabia y frustración que eso le produce. Leyéndola podrá concluir que si usted es un padre que “creció mal”, como nos informa Maxi, protagonista y relator de la historia, respecto al suyo, en vez de emprenderlas a los golpes con uno de sus hijos, mejor adquiera un puching ball. De esa manera evitará coartar el desarrollo de su hijo dejándolo apocado, sus expectativas de éxito en la vida truncadas y con la vista perennemente clavada en el suelo, como una avestruz. Igualmente, podrá concluir que si necesita sentirse superior a alguien y darle un bálsamo a su alicaída auto valoración, en vez de burlarse de una de sus hijas, mofándose inmisericordemente de su incipiente gordura y tornándola bulímica, vaya mejor al circo a reírse de los payasos. Si a todo lo anterior le agrega abuso de lenguaje, de alcohol y tabaco, y de largas horas frente al televisor, entonces el antimanual para padres estará completo.
No se nos dice explícitamente en el libro, pero a juzgar por lo vívido del relato es muy probable que tenga éste un alto contenido autobiográfico. Es una familia argentina de siete miembros, papá, mamá y cinco hermanos - tres mujeres y dos hombres - más algunos perros. Ninguno se escapa de la violencia y ofensas del padre, borrachín y pendenciero, eterno desempleado y rabioso ignorante: “...todo lo que no sabe, todo lo que ignora, sin discriminar, lo enfurece”. Cuando no está golpeando a Martín, el hijo que más recibe, está burlándose de la gordita Guillermina, la hermana menor. Tiene también el padre la irritante costumbre – o técnica de intimidación - de murmurar por detrás, en soliloquio, pero con un volumen de voz que le asegura todos escuchen y se mantengan con los nervios de punta:“`Esta familia hija de puta’, murmura alto, como quien quiere ser escuchado, sin que sepan que quiso ser escuchado”. La mamá también lo pasa mal pero en vez de proteger a sus hijos, en muchas ocasiones toma partido por su marido, justificándolo en el maltrato. Y todo a los gritos, retumbando por la casa y alterando el buen vivir tanto de la familia como del vecindario. Los familiares cercanos, vecinos y prospectos amigos, precavidos de la situación, toman distancia y los dejan a su suerte: “En casa…estamos solos, todos contra todos y todos contra el mundo”.

Sin embargo en la vida de Maxi hay una esperanza. Por ejemplo, cuando el colegio sospecha de la violencia intrafamiliar y manda llamar a los padres para indagar, Maxi tiene la esperanza de que la situación sea descubierta y denunciada a las autoridades, y así llegue a su fin. Vana esperanza de un exiguo triunfo pues los padres logran zafar. Es un sarcasmo pues todo en él es en realidad pura desesperanza aprendida y baja auto estima: “No tengo la fuerza para interesarme en salir adelante. Nunca me dieron el ejemplo de cómo ni tengo un mínimo de astucia para inventármelo…Soy alto, alto y severamente imbécil. Por eso me encorvo, porque no siento que haya nada interesante por lo que valga andar recto.”
Pero he aquí que caído del cielo viene un “ángel” que le trae a Maxi la vía de escape en forma de libro, a pesar de que su interpretación del hecho es más desde abajo que desde arriba, acorde con la mirada que tiene de las cosas: “Alguien surgió desde su cueva y me alcanzó un libro. Y me reconozco afortunado por eso.” Eso y los ojos de un perro traicionado bastaron para que descubriera su vocación y fuera algo en la vida, aunque todavía mínimo.
¿Podríamos a partir de esta historia comenzar a creer que sí existe el ángel de la guarda?