Arranquemos diciendo que Las desventuras de Kevin es un libro excelente. Y lo afirmamos con la tajante convicción que nos proporciona la construcción narrativa de cada uno de sus veinte cuentos que conforman una novela. En ellos, Joe Fontela muestra una prosa firme y sin truculencias, un exquisito dominio del lenguaje, tanto formal como coloquial, y un tono entre lo irreverente y lo erótico, entre lo melancólico y lo mordaz.

Así, Fontela destaca por priorizar el goce del lector. Sus relatos no son como los que alegremente se publican y proliferan en estos tiempos actuales, tan políticamente correctos: relatos que sólo narran anécdotas, relatos inacabados, relatos sin inicio ni final; o, lo más común, relatos que no son relatos, sino meros ejercicios de redacción. Al terminar de leer el primer cuento, el amable lector querrá leer otro y otro más, y se dejará atrapar por esta escritura que nos desafía a reflexionar sobre lo moral y lo inmoral, el placer y el dolor, la familia y la muerte.

Las historias de Joe Fontela son mucho más que historias a las que se calificará de indecentes o de desgarradoras: son historias necesarias, y sobre todo auténticas.