Las cajas que Consiglio construye parecen sueños diurnos en los que recuerda anécdotas, personajes y episodios de su vida. En cierto modo, leerlo es como contemplar el azaroso funcionamiento de la memoria: una cosa lleva a la otra. Así, en la mitad de una anécdota sencilla, de pronto ocurre “la irrupción de lo inesperado. La grieta por la que se cuela el elemento que desbarata la provisoria estabilidad”. Pero no se trata únicamente de experiencias vividas, sino que incorpora relatos ajenos, usurpando los recuerdos de los personajes que narra, como si quisiera aprehender todo su entorno en una poética de la vida cotidiana.

Sus crónicas no son exhaustivas, no pretenden serlo, sino que señalan la mirada de un escritor que se sumerge en el mundo como por chapuzones, y el resultado son estos textos, estas cajas, que oscilan entre la narrativa y el ensayo, dejando la sensación de que a menudo, la realidad es capaz de producir mayor extrañeza que la ficción.