Muy temprano, este hijo de familia católica y apegada a su tierra, impregnado de los ideales de la Francia bien pensante, fue animado de un gran deseo de ascenso social e intelectual. Muy de prisa se sintió superior a sus maestros en psiquiatría. Lo era, en efecto, y pasó su vida criticando los valores antiguos, los de sus ancestros vinagreros, los de los testaferros de la legitimidad psicoanalítica.
En el corazón del libro, los personajes: los maestros, los amigos, los rivales, los discípulos, el círculo familiar. Pero también: Koiré, Kojève, Bataille, Heidegger, Sartre, Althusser, Lévi-Strauss, Jakobson. Alrededor de cada uno de ellos se explica la pasión de Lacan: dominar el tiempo, conocer a los grandes de este mundo, coleccionar los objetos, seducir a las mujeres, pero también y sobre todo, construir un sistema de pensamiento fundado en la determinación del sujeto por el lenguaje.
El siglo se burló al principio de la extravagancia verbal y de la jerga de sus herederos. La historia retendrá, con Élisabeth Roudinesco, que es este hombre precisamente quien supo analizar con mayor refinamiento las transformaciones de la familia occidental, la declinación de la función paterna, las contradicciones del amor, las ilusiones de la Revolución, la lógica de la locura.

Lacan - Élisabeth Roudinesco

$43.500
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Muy temprano, este hijo de familia católica y apegada a su tierra, impregnado de los ideales de la Francia bien pensante, fue animado de un gran deseo de ascenso social e intelectual. Muy de prisa se sintió superior a sus maestros en psiquiatría. Lo era, en efecto, y pasó su vida criticando los valores antiguos, los de sus ancestros vinagreros, los de los testaferros de la legitimidad psicoanalítica.
En el corazón del libro, los personajes: los maestros, los amigos, los rivales, los discípulos, el círculo familiar. Pero también: Koiré, Kojève, Bataille, Heidegger, Sartre, Althusser, Lévi-Strauss, Jakobson. Alrededor de cada uno de ellos se explica la pasión de Lacan: dominar el tiempo, conocer a los grandes de este mundo, coleccionar los objetos, seducir a las mujeres, pero también y sobre todo, construir un sistema de pensamiento fundado en la determinación del sujeto por el lenguaje.
El siglo se burló al principio de la extravagancia verbal y de la jerga de sus herederos. La historia retendrá, con Élisabeth Roudinesco, que es este hombre precisamente quien supo analizar con mayor refinamiento las transformaciones de la familia occidental, la declinación de la función paterna, las contradicciones del amor, las ilusiones de la Revolución, la lógica de la locura.