Desde el comienzo, toda la poesía de Gabby De Cicco parece centrada en la búsqueda de un nombre. Una palabra liberadora que no sea, además, una cárcel. Belicosa, casi siempre. En un estado de guerra y de amor que incluya todas las revoluciones posibles. La poesía misma como una postal de fuego.

Eso sí, no está solx. Otros ángeles -tan hermosos e irredentos como ellx- le acompañan: Patti Smith, Allen Ginsberg, Rimbaud… Al fin de cuentas, el rock también puede ser una elegía en medio de la noche invernal.

Galope, ritmo. Imágenes que estallan, se mezclan, vuelven. Copulan, unas con otras. Sin paz, sin tregua. A esa forma de vida Gabby la llama La tierra de los mil caballos, y con esa misma fuerza se impone en cada uno de estos versos que, como una nueva aurora, señalan otra posibilidad y otro camino. No sé cómo decirlo, pero a través de su lectura, todos de alguna manera nos curamos, nos salvamos, nos encontramos a nosotros mismos, quizás.

Entre marchas, pancartas, canciones, libros prestados, leídos, subrayados, partes de guerra, amores (muchos amores), pequeños abrazos, melancolía… los poemas de Gabby De Cicco alzan su voz en medio de la noche para que la injusticia no sea tal, y donde nada (no importa lo pequeño que sea) quede sin ser nombrado. Donde poesía y realidad (realidad y deseo) se unan, al fin, en un dorado hilo de amor que fuera soberano, indestructible.

 

Osvalo Bossi

La tierra de los mil caballos - Gabby De Cicco

$12.500
La tierra de los mil caballos - Gabby De Cicco $12.500

Desde el comienzo, toda la poesía de Gabby De Cicco parece centrada en la búsqueda de un nombre. Una palabra liberadora que no sea, además, una cárcel. Belicosa, casi siempre. En un estado de guerra y de amor que incluya todas las revoluciones posibles. La poesía misma como una postal de fuego.

Eso sí, no está solx. Otros ángeles -tan hermosos e irredentos como ellx- le acompañan: Patti Smith, Allen Ginsberg, Rimbaud… Al fin de cuentas, el rock también puede ser una elegía en medio de la noche invernal.

Galope, ritmo. Imágenes que estallan, se mezclan, vuelven. Copulan, unas con otras. Sin paz, sin tregua. A esa forma de vida Gabby la llama La tierra de los mil caballos, y con esa misma fuerza se impone en cada uno de estos versos que, como una nueva aurora, señalan otra posibilidad y otro camino. No sé cómo decirlo, pero a través de su lectura, todos de alguna manera nos curamos, nos salvamos, nos encontramos a nosotros mismos, quizás.

Entre marchas, pancartas, canciones, libros prestados, leídos, subrayados, partes de guerra, amores (muchos amores), pequeños abrazos, melancolía… los poemas de Gabby De Cicco alzan su voz en medio de la noche para que la injusticia no sea tal, y donde nada (no importa lo pequeño que sea) quede sin ser nombrado. Donde poesía y realidad (realidad y deseo) se unan, al fin, en un dorado hilo de amor que fuera soberano, indestructible.

 

Osvalo Bossi