Todo pasa de noche. Dominga, criada en un convento, después de simular ser la chica obediente, una noche envuelve su puño en una frazada, rompe el vidrio del ventanal y sale sin lastimarse, escapándose del convento. Llega directo a El épico, el lugar donde su madre era la modista de las coperas, donde se probó por primera vez maquillaje, donde se refugia para cambiar de vida, donde conoce a un hombre que será su cliente, su gran angustia y el padre de sus hijas.
En los dos tiempos de Dominga, esa juventud autodeterminada y la vejez donde se encuentra con sus hermanas, se reconstruye el relato de una vida hilvanada por lo que sucede de noche. ¿En qué momento la noche se convierte en nuestras horas más vitales?
¿Cómo una chica de colegio de monjas se vuelve prostituta?
¿Hay una actriz en todas nosotras?
¿Cuánto dura el reinado de una mujer que vive de noche?
Maricel Cioce, con su novela, da lugar a la memoria, y con ese lenguaje permite que aquella época sin celulares y apenas algunas fotos, las cosas no se pierdan, aún aquellas que dure recordar.
Me gusta sentir hermanada con ella en la voluntad de contar historias relegadas y silenciadas, historias de sobrevivientes a esquemas familiares obreros, laterales, con madres que tejen, cosen e hilvanan para que la vida pueda seguir.

Lorena Vega.