En este libros los recuerdos de infancia le cierran la puerta a la razón adulta. La niña del título está inmersa en una realidad a veces incomprensible, donde "no es posible preguntar": interpreta a su manera, actúa a su manera, y Carolina Bartalini no se detiene a exlicar qué lógica hay por debajo de lo que leemos. "Cuando sea grande, será un hombre con bigotes que fume antes de desayunar". La vida funciona como un sueño que acomoda las señales del exterior a su conveniencia. Y a la vez, las cosas no son lo que parece, no son lo que se espera, o no son a secas. "Se sube al tobogán. ¿Puedo comerte toda? Resbala. ¿Me das un pedazo? Tropieza. ¿De qué? Y ahí está. ¿De mí? ¿De vos? ¿De quién?".

Hay sangre, dolor, inundación, perras que "se arrancan los dientes". Todo es tremendo, definitivo a esa edad en que uno "no se mira al espejo. Todavía no le importa". Pero claro, "ningún lobo se come a nadie. Y las abuelas duermen cuando los chicos juegan".

En unas pocas escenas breves, La niña se las ingenia para construir un mundo. 

Eduardo Abel Giménez

La niña - Carolina Bartalini

$6.500
La niña - Carolina Bartalini $6.500

En este libros los recuerdos de infancia le cierran la puerta a la razón adulta. La niña del título está inmersa en una realidad a veces incomprensible, donde "no es posible preguntar": interpreta a su manera, actúa a su manera, y Carolina Bartalini no se detiene a exlicar qué lógica hay por debajo de lo que leemos. "Cuando sea grande, será un hombre con bigotes que fume antes de desayunar". La vida funciona como un sueño que acomoda las señales del exterior a su conveniencia. Y a la vez, las cosas no son lo que parece, no son lo que se espera, o no son a secas. "Se sube al tobogán. ¿Puedo comerte toda? Resbala. ¿Me das un pedazo? Tropieza. ¿De qué? Y ahí está. ¿De mí? ¿De vos? ¿De quién?".

Hay sangre, dolor, inundación, perras que "se arrancan los dientes". Todo es tremendo, definitivo a esa edad en que uno "no se mira al espejo. Todavía no le importa". Pero claro, "ningún lobo se come a nadie. Y las abuelas duermen cuando los chicos juegan".

En unas pocas escenas breves, La niña se las ingenia para construir un mundo. 

Eduardo Abel Giménez