El hambre como una cantinela, el título original es Ritournelle de la faim, es interesante, la sempiterna falta de libertad, que apunta al principio de la novela y el Bolero de Ravel como una profecía. Cuenta la historia de una ira, de un hambre. Cuando concluye en medio de la violencia, el silencio posterior resulta terrible para los autrdidos supervivientes. En principio, parece que ese es el tema que vertebra la novela, sin embargo esa es sólo una idea que no se desarrolla. Si categorizo esta novela dentro de las Bildungsroman que recomiendo en lecturas para jóvenes es porque creo que lo que se cuenta es la construcción de una chica, las novelas de formación suelen tener protagonistas masculinos, que tiene que enfrentarse a la adolescencia normal en medio de una situación extrema. Es una lectura que despierta el recuerdo de lo que es la adolescencia a los que ya la hemos pasado, donde la vida se vive como posibilidad, las cosas se imaginan, basta una sensación para montar una gran vivencia. La imaginación entonces es una facultad fundamental, con los años va perdiendo fuerza y se va imponiendo lo real a lo imaginado, en la edad adulta uno ya no se imagina, uno responde a cada una de las situaciones que se van planteando como si el mundo y el sujeto confluyeran en la acción. Eso es lo que hace la protagonista, Ethel, en la guerra, cuando se ha convertido en adulta de forma abrupta por las circunstancias. La mejor parte del libro es la primera, en la que siente la atracción por la amiga vividora inmersa en la tragedia, donde el mundo todavía se le presenta sin poder reconocerlo y donde la traición la convierte en adulta, de manera que ya no puede imaginar, sólo le queda actuar.

Sin embargo, aunque el planteamiento del libro esté bien, la voz no funciona, el narrador cuenta la historia sin tener claro qué quiere contar, sin centrarse en un tema, podría ser el hambre, la traición, pero acaban siendo escenas donde no se pueden visualizar bien los personajes, parece que pasa de manera superficial por ellos. Transcribe los pensamientos de Ethel con su lenguaje, que permanece siempre igual, sin cambios de ritmo, de manera que resultan faltos de toda emoción, y en una novela donde la emoción es el motor de los actos de la protagonista, produce la sensación de que falta algo y de que la historia puede ser una más entre las historias de guerra, incluso podemos tener la sensación de ya haberla leído.

Se puede disfrutar de las discusiones que los franceses tenían sobre Hitler o Stalin antes de la guerra, de la recepción del mundo a través de los sentidos en la Ethel adolescente, del descubrimiento de la verdad de la vida familiar, que en la niñez se percibe como piezas que no encajan, pero no se puede buscar una novela vertebrada.

 

La Música del Hambre - Jean-Marie Gustave Le Clézio

$12.700
La Música del Hambre - Jean-Marie Gustave Le Clézio $12.700

El hambre como una cantinela, el título original es Ritournelle de la faim, es interesante, la sempiterna falta de libertad, que apunta al principio de la novela y el Bolero de Ravel como una profecía. Cuenta la historia de una ira, de un hambre. Cuando concluye en medio de la violencia, el silencio posterior resulta terrible para los autrdidos supervivientes. En principio, parece que ese es el tema que vertebra la novela, sin embargo esa es sólo una idea que no se desarrolla. Si categorizo esta novela dentro de las Bildungsroman que recomiendo en lecturas para jóvenes es porque creo que lo que se cuenta es la construcción de una chica, las novelas de formación suelen tener protagonistas masculinos, que tiene que enfrentarse a la adolescencia normal en medio de una situación extrema. Es una lectura que despierta el recuerdo de lo que es la adolescencia a los que ya la hemos pasado, donde la vida se vive como posibilidad, las cosas se imaginan, basta una sensación para montar una gran vivencia. La imaginación entonces es una facultad fundamental, con los años va perdiendo fuerza y se va imponiendo lo real a lo imaginado, en la edad adulta uno ya no se imagina, uno responde a cada una de las situaciones que se van planteando como si el mundo y el sujeto confluyeran en la acción. Eso es lo que hace la protagonista, Ethel, en la guerra, cuando se ha convertido en adulta de forma abrupta por las circunstancias. La mejor parte del libro es la primera, en la que siente la atracción por la amiga vividora inmersa en la tragedia, donde el mundo todavía se le presenta sin poder reconocerlo y donde la traición la convierte en adulta, de manera que ya no puede imaginar, sólo le queda actuar.

Sin embargo, aunque el planteamiento del libro esté bien, la voz no funciona, el narrador cuenta la historia sin tener claro qué quiere contar, sin centrarse en un tema, podría ser el hambre, la traición, pero acaban siendo escenas donde no se pueden visualizar bien los personajes, parece que pasa de manera superficial por ellos. Transcribe los pensamientos de Ethel con su lenguaje, que permanece siempre igual, sin cambios de ritmo, de manera que resultan faltos de toda emoción, y en una novela donde la emoción es el motor de los actos de la protagonista, produce la sensación de que falta algo y de que la historia puede ser una más entre las historias de guerra, incluso podemos tener la sensación de ya haberla leído.

Se puede disfrutar de las discusiones que los franceses tenían sobre Hitler o Stalin antes de la guerra, de la recepción del mundo a través de los sentidos en la Ethel adolescente, del descubrimiento de la verdad de la vida familiar, que en la niñez se percibe como piezas que no encajan, pero no se puede buscar una novela vertebrada.