Vi la sonrisa de Bibiana mientras le daba rienda o frenaba de un tirón a la impulsiva Estela. La vi mover su cabeza de lado a lado, moldeando a Horacio. ¿Disfrutaba del exceso de su mujer, lo padecía, las dos cosas? Como toda buena escritora, Bibiana iba, venía. La búsqueda llenaba el aire de los bares donde yo trabajaba mi propio texto, ella daba un sorbo a su café amargo, encontraba el camino, era feliz y hasta el mozo se daba cuenta de que La Lista empezaba a completarse.

La Lista es un trip erótico que, en el camino, revela el verdadero sentido de la trama. Es angustia, insatisfacción. Y es puro vértigo. “¿Soy tu esclava?” le dice Estela a Horacio. Buena parte de La Lista es esa pregunta. La respuesta está en estas páginas que los invito a recorrer. No se arrepentirán.

Luciano Olivera