Los poemas de Patricio Rodríguez Graham, lejos de llorar, cantan sobre la leche derramada. Cantan a lo ya consumado, al tiempo que se escurre inevitable, y lo encienden nuevamente (en la oscuridad de la memoria) como una de esas velas mágicas en las tortas de cumpleaños que se vuelven a prender cuando ya todos aplauden. La leche derramada es un hilo sonoro que se mece entre la llanura bonaerense y la ciudad, canción que homenajea el pasado con melancolía pero sin idealización, con una cadencia casi mántrica que se pega al oído del lector desde la página uno. Decir y contar, en este libro, es como rezar y cantar. Nos recuerda que la lectura de poesía es, antes que nada, una disposición a la escucha, atenta a la pregunta que no cesa: “de qué está hecha la ola de qué (…) la pregunta primera de qué está hecha 
la primera pregunta
de qué”