Así como Rilke decía que lo que podía hacerse con el miedo era escribir con él, María García Zambrano ha decidido escribir con su sufrimiento y lo ha explorado en todas sus dimensiones: la tristeza, la guerra contra los otros, ese pecho huérfano en la sala de lactancia, la protección, la desesperación, las preguntas, la soledad, la batalla de todos los días, el amor por esa belleza amenazada que presencia cotidianamente y que tan fuertemente defiende.

IVONNE BORDELOIS


Tal vez la palabra que más trasluzca un poemario que se vuelve imprescindible es la palabra verdad. Hay en La hija de María García Zambrano una indagación inquisitiva sobre la verdad aséptica y despiadada que respiran los hospitales. A partir de dos epígrafes iniciales de Nichiren Daishonin y de Hélène Cixous, el libro se abre con un poema sin título, a modo de poética, cuyo primer verso nos sitúa en la atmósfera opresiva y angustiada en que va a irse desenvolviendo: «Soy la dulce letanía de los niños muertos en este hospital».

MARÍA ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ

La hija - María García Zambrano

$10.000
La hija - María García Zambrano $10.000

Así como Rilke decía que lo que podía hacerse con el miedo era escribir con él, María García Zambrano ha decidido escribir con su sufrimiento y lo ha explorado en todas sus dimensiones: la tristeza, la guerra contra los otros, ese pecho huérfano en la sala de lactancia, la protección, la desesperación, las preguntas, la soledad, la batalla de todos los días, el amor por esa belleza amenazada que presencia cotidianamente y que tan fuertemente defiende.

IVONNE BORDELOIS


Tal vez la palabra que más trasluzca un poemario que se vuelve imprescindible es la palabra verdad. Hay en La hija de María García Zambrano una indagación inquisitiva sobre la verdad aséptica y despiadada que respiran los hospitales. A partir de dos epígrafes iniciales de Nichiren Daishonin y de Hélène Cixous, el libro se abre con un poema sin título, a modo de poética, cuyo primer verso nos sitúa en la atmósfera opresiva y angustiada en que va a irse desenvolviendo: «Soy la dulce letanía de los niños muertos en este hospital».

MARÍA ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ