Este libro nos enfrenta con la carne que jamás se ve, la carne de la que todo sale, la carne sufriente. Última revelación: “Eres esto, que es lo más lejano a ti, lo más informe.”
Animarse a tocar la carne en psicoanálisis es de una osadía que Helga Fernández remonta con una escritura que torna textual aquello que resiste por insoportable a la llegada de la lectura. No en vano la distancia que la literatura, el decir de las psicosis y la cibernética ponen aquí a la carne humana hace que la irrupción de lo descarnado por fin entre en la metáfora y se deje asir en esta investigación. Vemos aparecer en su escritura los paisajes pocos contemplados de la carne en una composición imprescindible, demorado por lo angustiante que tiene por decir pero por eso mismo insoslayable para los oídos atentos que se atreven a dar hospitalidad a los dolores y placeres de la carne.
Queda expuesto en estas páginas urgentes, que con total pertinencia da el nombre de “investigación clínica” a su derrotero, que la carne es refractaria a lo simbólico pero también el lugar del que parte la metáfora, el punto cero de la hermenéutica y el locus desde donde se balbucea cada significación. También dice la autora: una vez que el origen mítico tuvo lugar, la carne ya es chair, no viande. Tal y como el hablante puede estar por fuera de la palabra pero no por fuera del lenguaje, tampoco habita una carne de animal sino la carne humana. Considerando la incidencia del proceso de instilación del significante en cada estructura, la carne se va modificando aun más por lo simbólico. Habrá, entonces, un modo de la carne en el que se efectúa el proceso de tal transformación y otro en el que no prende o no termine de prender el significante.
El uso que cada discurso {religioso, médico, psicoanalítico, telemático, artístico} ejerce sobre la carne, efectúa una ética. Poniendo en relación de contraste y de homología lo que H. Fernández llama ética de la encarnación -a la que tiende el psicoanálisis y enseña la psicosis de transferencia- con la ética de la desencarnación –que produce la ciencia en alianza con la cibernética– se explicita una consecuencia, insoslayable en nuestra época, que la reunión de la palabra y el cuerpo rompe el dualismo alma/cuerpo y otorga la chance de refutar una posición que opone el cuerpo deseante a un Logos, que habiendo sido desencarnado alevosa y subrepticiamente se presenta lívido e impalpable. A la vez que otorga la posibilidad de refutar la posición que considera que sólo lo simbólico humaniza al hombre, mientras que si lo simbólico aparece descarnado, a causa de la forclusión del texto de la ley del significante o por la forclusión de la carne, el hombre puede hablar como una máquina, dándose a oír en él la aparatosidad y la furia del lenguaje.
Estas páginas revelan que cuando la carne y el Verbo son desenlazados sobreviene algún modo de deshumanización, bestial o transhumano, e irrumpe lo peor. Es sólo soportando y reconociendo a la carne, como grado cero de la metáfora y límite de lo simbólico, desde donde parte todo tratamiento que se sustenta en una ética en la que la palabra es dicha por alguien que se responsabiliza de los efectos de su acto, en contraposición a otro tratamiento que elude llamar las cosas por su nombre a la vez que forcluye una de las condiciones de posibilidad de la tridimensionalidad del cuerpo –como un modo epocal del rechazo del sujeto– y así produce un estado de la palabra viral.

La carne humana. Una investigación clínica es un acercamiento a un psicoanálisis que hace honor al materialismo/moterialismo de donde proviene.

La carne humana - Helga Fernandez

$14.000
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Este libro nos enfrenta con la carne que jamás se ve, la carne de la que todo sale, la carne sufriente. Última revelación: “Eres esto, que es lo más lejano a ti, lo más informe.”
Animarse a tocar la carne en psicoanálisis es de una osadía que Helga Fernández remonta con una escritura que torna textual aquello que resiste por insoportable a la llegada de la lectura. No en vano la distancia que la literatura, el decir de las psicosis y la cibernética ponen aquí a la carne humana hace que la irrupción de lo descarnado por fin entre en la metáfora y se deje asir en esta investigación. Vemos aparecer en su escritura los paisajes pocos contemplados de la carne en una composición imprescindible, demorado por lo angustiante que tiene por decir pero por eso mismo insoslayable para los oídos atentos que se atreven a dar hospitalidad a los dolores y placeres de la carne.
Queda expuesto en estas páginas urgentes, que con total pertinencia da el nombre de “investigación clínica” a su derrotero, que la carne es refractaria a lo simbólico pero también el lugar del que parte la metáfora, el punto cero de la hermenéutica y el locus desde donde se balbucea cada significación. También dice la autora: una vez que el origen mítico tuvo lugar, la carne ya es chair, no viande. Tal y como el hablante puede estar por fuera de la palabra pero no por fuera del lenguaje, tampoco habita una carne de animal sino la carne humana. Considerando la incidencia del proceso de instilación del significante en cada estructura, la carne se va modificando aun más por lo simbólico. Habrá, entonces, un modo de la carne en el que se efectúa el proceso de tal transformación y otro en el que no prende o no termine de prender el significante.
El uso que cada discurso {religioso, médico, psicoanalítico, telemático, artístico} ejerce sobre la carne, efectúa una ética. Poniendo en relación de contraste y de homología lo que H. Fernández llama ética de la encarnación -a la que tiende el psicoanálisis y enseña la psicosis de transferencia- con la ética de la desencarnación –que produce la ciencia en alianza con la cibernética– se explicita una consecuencia, insoslayable en nuestra época, que la reunión de la palabra y el cuerpo rompe el dualismo alma/cuerpo y otorga la chance de refutar una posición que opone el cuerpo deseante a un Logos, que habiendo sido desencarnado alevosa y subrepticiamente se presenta lívido e impalpable. A la vez que otorga la posibilidad de refutar la posición que considera que sólo lo simbólico humaniza al hombre, mientras que si lo simbólico aparece descarnado, a causa de la forclusión del texto de la ley del significante o por la forclusión de la carne, el hombre puede hablar como una máquina, dándose a oír en él la aparatosidad y la furia del lenguaje.
Estas páginas revelan que cuando la carne y el Verbo son desenlazados sobreviene algún modo de deshumanización, bestial o transhumano, e irrumpe lo peor. Es sólo soportando y reconociendo a la carne, como grado cero de la metáfora y límite de lo simbólico, desde donde parte todo tratamiento que se sustenta en una ética en la que la palabra es dicha por alguien que se responsabiliza de los efectos de su acto, en contraposición a otro tratamiento que elude llamar las cosas por su nombre a la vez que forcluye una de las condiciones de posibilidad de la tridimensionalidad del cuerpo –como un modo epocal del rechazo del sujeto– y así produce un estado de la palabra viral.

La carne humana. Una investigación clínica es un acercamiento a un psicoanálisis que hace honor al materialismo/moterialismo de donde proviene.