En 1941 la escritora británica Virginia Woolf, ícono del modernismo literario y pionera del feminismo, se arrojó a las aguas del río Ouse. Su cuerpo fue encontrado tres semanas después. Lejos de toda atadura, la presente obra podría leerse como el monólogo interior de la propia Virginia durante esos veintiún días desaparecida en el río. En un juego de espejos y reflejos el texto navega por las aguas de la poesía y el teatro, mientras flotamos en él. A Virginia la llamaban cariñosamente La Cabra. La escritura de Verónica C. Gambini también tiene algo caprino: un andar ligero, sutil, impredecible. Y le sobra carácter. Honra la belleza. La cabra gris despierta una visión única de la vida y la muerte, viaja atravesada por diferentes estados y momentos del río. “¿Quién soy?”, se pregunta y, aunque por instantes desconoce su procedencia, siempre avanza. Verónica quiere que Virginia siga hablando y con audacia estira esa voz imposible, porque sabe que la litera- tura y el corazón de una mujer libre no tiene límite. Su conocimiento del teatro, la danza y las artes japonesas confluyen con la profundidad de su escritura, que nos toca “hasta producir un efecto mágico: transformar el caudal del río en una nave espacial para ir al más allá”. Carola Reyna

La cabra gris - Veronica Cecilia Gambini

$11.000
La cabra gris - Veronica Cecilia Gambini $11.000

En 1941 la escritora británica Virginia Woolf, ícono del modernismo literario y pionera del feminismo, se arrojó a las aguas del río Ouse. Su cuerpo fue encontrado tres semanas después. Lejos de toda atadura, la presente obra podría leerse como el monólogo interior de la propia Virginia durante esos veintiún días desaparecida en el río. En un juego de espejos y reflejos el texto navega por las aguas de la poesía y el teatro, mientras flotamos en él. A Virginia la llamaban cariñosamente La Cabra. La escritura de Verónica C. Gambini también tiene algo caprino: un andar ligero, sutil, impredecible. Y le sobra carácter. Honra la belleza. La cabra gris despierta una visión única de la vida y la muerte, viaja atravesada por diferentes estados y momentos del río. “¿Quién soy?”, se pregunta y, aunque por instantes desconoce su procedencia, siempre avanza. Verónica quiere que Virginia siga hablando y con audacia estira esa voz imposible, porque sabe que la litera- tura y el corazón de una mujer libre no tiene límite. Su conocimiento del teatro, la danza y las artes japonesas confluyen con la profundidad de su escritura, que nos toca “hasta producir un efecto mágico: transformar el caudal del río en una nave espacial para ir al más allá”. Carola Reyna