Una tarde en la villa 31 de Retiro: mientras el Lungo comanda por teléfono la revolución inminente y la vagancia se empaca en discusiones lisérgicas, una chica pierde a sus compañeros de la ONG y un grupo de turistas extranjeros se separa de su guía local, un joven con largavistas es testigo de un hecho aberrante en un edificio de la avenida Libertador y un niño vestido de hombre intenta comprar los servicios de lo que él cree que es una mujer.

Decenas de curiosos personajes se entrecruzan en La 31, una novela casi urbana, llena de callejones y vericuetos, en la que entrar equivale a perderse, y perderse es empezar a entenderla.

Con una gran dosis de humor social, pero sin dejar de lado la crítica delirante, el autor de La cuadratura de la redondez vuelve a usurpar ilegalmente un terreno incómodo (en este caso de la ciudad, y otra vez de la literatura) para construir en él (o apilar, o ensamblar, o atar con lo que hay: el lenguaje) una fábula de favela en la que conviven todas las realidades y todas las miserias. Una visita de riesgo, por lo cómicamente incorrecta, a la pobreza que late en el centro de la opulencia porteña, en la villa más antigua y emblemática, la mejor de las villas posibles.

La 31 - Ariel Magnus

$23.900
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Una tarde en la villa 31 de Retiro: mientras el Lungo comanda por teléfono la revolución inminente y la vagancia se empaca en discusiones lisérgicas, una chica pierde a sus compañeros de la ONG y un grupo de turistas extranjeros se separa de su guía local, un joven con largavistas es testigo de un hecho aberrante en un edificio de la avenida Libertador y un niño vestido de hombre intenta comprar los servicios de lo que él cree que es una mujer.

Decenas de curiosos personajes se entrecruzan en La 31, una novela casi urbana, llena de callejones y vericuetos, en la que entrar equivale a perderse, y perderse es empezar a entenderla.

Con una gran dosis de humor social, pero sin dejar de lado la crítica delirante, el autor de La cuadratura de la redondez vuelve a usurpar ilegalmente un terreno incómodo (en este caso de la ciudad, y otra vez de la literatura) para construir en él (o apilar, o ensamblar, o atar con lo que hay: el lenguaje) una fábula de favela en la que conviven todas las realidades y todas las miserias. Una visita de riesgo, por lo cómicamente incorrecta, a la pobreza que late en el centro de la opulencia porteña, en la villa más antigua y emblemática, la mejor de las villas posibles.