Dos tapas. Dos contratapas. Dos protagonistas. Una madre y un padre. Dos voces. Dos situaciones iguales pero diferentes. ¿Cómo es posible? Dos cuentos o uno solo narrados desde dos puntos de vista. Una niña espera a la salida de la escuela que venga su padre a buscarla. Poco a poco se van todos y ella se queda pero sabe que su padre al fin llegará. Cuando finaliza este relato imágenes invertidas le advierten al lector que hay que dar vuelta el libro. Y así la contratapa se vuelve comienzo. Hay otro relato en la parte inversa. El cuento es parecido. Pero ahora es un niño que espera a su madre. El texto es muy similar en los dos casos porque es la ilustración (ya que es un libro álbum) quien describe los motivos del retraso adulto. Los protagonistas niños (un ciervo y un mapache) tienen un “después” con imágenes como si fueran fotos de niña y niño porque en verdad no importa quiénes son los personajes, lo esencial es que a todos nos pasan situaciones similares. El énfasis está puesto en los inconvenientes que deben sortear los mayores para llegar a tiempo y en la confianza de los chicos que esperan. Un cuento simple en la escritura donde la ilustración juega con distintas metáforas, le da trascendencia a los motivos que dominan lo cotidiano. El texto dice, la imagen explora y crea otro relato, amplía el punto de vista.