Selecciono un fragmento de la novela de Ulla Szaszak, dejándome llevar por el azar: Cosas que hacíamos con Fran cuando no estábamos en la isla: estar en la terraza, ir al cine, comprar libros que no íbamos a leer; a veces, si estábamos cansados, nos quedábamos mirando televisión. Algunas otras venía a buscarme al trabajo para almorzar. Comíamos sentados en la fuente de agua, justo en la entrada del edificio de Surmans. La escultura era una mujer desnuda mirando a los dioses y el agua brotaba de su boca. No sabía si la emanación insípida era una burla o una ofrenda. Esa ambigüedad me gustaba.

 

Cucurucho es un gato. Roma es la hermana de la narradora. La isla es un lugar donde parece lindo vivir. Fran es alguien que acaba de llegar a la vida de ella, la que cuenta la historia. Leer La isla de Cucurucho es dejarse llevar por la armonía del relato. Hay una estabilidad, en el lenguaje, que conduce la lógica del relato como si se tratara de poemas que se instalan en capítulos breves. El conflicto parece anestesiado, pero escala, silencioso, abriéndose paso entre los intersticios, o las entrelíneas. Leer a Ulla Szaszak es dejarse habitar por la sencilla complejidad de su escritura, el fluir de una poesía inesperada, que le da cuerpo a sus historias.

Isla Cucurucho - Ulla Szaszak

$15.000
Isla Cucurucho - Ulla Szaszak $15.000

Selecciono un fragmento de la novela de Ulla Szaszak, dejándome llevar por el azar: Cosas que hacíamos con Fran cuando no estábamos en la isla: estar en la terraza, ir al cine, comprar libros que no íbamos a leer; a veces, si estábamos cansados, nos quedábamos mirando televisión. Algunas otras venía a buscarme al trabajo para almorzar. Comíamos sentados en la fuente de agua, justo en la entrada del edificio de Surmans. La escultura era una mujer desnuda mirando a los dioses y el agua brotaba de su boca. No sabía si la emanación insípida era una burla o una ofrenda. Esa ambigüedad me gustaba.

 

Cucurucho es un gato. Roma es la hermana de la narradora. La isla es un lugar donde parece lindo vivir. Fran es alguien que acaba de llegar a la vida de ella, la que cuenta la historia. Leer La isla de Cucurucho es dejarse llevar por la armonía del relato. Hay una estabilidad, en el lenguaje, que conduce la lógica del relato como si se tratara de poemas que se instalan en capítulos breves. El conflicto parece anestesiado, pero escala, silencioso, abriéndose paso entre los intersticios, o las entrelíneas. Leer a Ulla Szaszak es dejarse habitar por la sencilla complejidad de su escritura, el fluir de una poesía inesperada, que le da cuerpo a sus historias.