La irreverencia de algunas de las directoras mujeres del cine documental son el centro de este libro: Esfir Shub, Cecilia Mangini, Vera Chytilovà, Maya Deren, Barbara Hammer, Heike Misselwitz, Helena Solberg, Ana Poliak y Yulene Olaizola. Sus presencias en esa historia existen en la tensión entre lo centrífugo y lo centrípeto: movimientos históricos inmensos que fugan hacia un pequeño objeto enorme; excepciones de la historia qué, con su fuerza singular, fugan hacia un universo.

 La mayoría de los procesos, momentos y autoras que se piensan en este libro tienen un poco de ambos, un tironeo entre fugarse hacia adentro o hacia afuera. Quienes escriben parecen afirmar desde cada capítulo que para pensar en los movimientos del cine documental hecho por mujeres, contar sus historias, trazar sus cartografías y entender sus regímenes de representación hace falta una caja de herramienta distinta, que tenga otras formas y otras texturas. 

Cada segmento de este libro, se hace cargo de armar para cada cineasta un contexto y encontrar en cada cual una antorcha estética y política. Ya sea sobre el funcionamiento del cine estatal de los primeros años de la Unión Soviética, la importancia de los trenes y las fábricas en los inicios de la historia del cine (eso que hizo que el cine fuera siempre moderno), las posibilidades de producir desde un país demasiado central una periferia sensorial o un cine táctil, o la posibilidad de libertad en un neoliberalismo que avanza como un agujero negro, este libro encuentra maneras singulares y generosas de escribir y reescribir la historia del cine. De pensar y cuestionar las infinitas formas que ha tenido hasta ahora el cine documental hecho por mujeres. 

Lucía Salas

 

Irreverentes - Julia Bonetto

$28.000
Irreverentes - Julia Bonetto $28.000

La irreverencia de algunas de las directoras mujeres del cine documental son el centro de este libro: Esfir Shub, Cecilia Mangini, Vera Chytilovà, Maya Deren, Barbara Hammer, Heike Misselwitz, Helena Solberg, Ana Poliak y Yulene Olaizola. Sus presencias en esa historia existen en la tensión entre lo centrífugo y lo centrípeto: movimientos históricos inmensos que fugan hacia un pequeño objeto enorme; excepciones de la historia qué, con su fuerza singular, fugan hacia un universo.

 La mayoría de los procesos, momentos y autoras que se piensan en este libro tienen un poco de ambos, un tironeo entre fugarse hacia adentro o hacia afuera. Quienes escriben parecen afirmar desde cada capítulo que para pensar en los movimientos del cine documental hecho por mujeres, contar sus historias, trazar sus cartografías y entender sus regímenes de representación hace falta una caja de herramienta distinta, que tenga otras formas y otras texturas. 

Cada segmento de este libro, se hace cargo de armar para cada cineasta un contexto y encontrar en cada cual una antorcha estética y política. Ya sea sobre el funcionamiento del cine estatal de los primeros años de la Unión Soviética, la importancia de los trenes y las fábricas en los inicios de la historia del cine (eso que hizo que el cine fuera siempre moderno), las posibilidades de producir desde un país demasiado central una periferia sensorial o un cine táctil, o la posibilidad de libertad en un neoliberalismo que avanza como un agujero negro, este libro encuentra maneras singulares y generosas de escribir y reescribir la historia del cine. De pensar y cuestionar las infinitas formas que ha tenido hasta ahora el cine documental hecho por mujeres. 

Lucía Salas