TÓPICAS DE LA PERIFERIA
1
Ya he muerto
ya fui bocado de la manada
ya cayeron las bombas en la casa de muñecas
ya vi los cerebros quemados
de tres generaciones
y, sin embargo,
no llega el juicio
ni la condena.
2
Penas sin horizonte:
demasiado es el viento
para el que pena un amor
hecho carbón de cielo
3
No soy noruego.
No pienso claro ni preciso.
Soy uno que monologa
contra la ventisca
en un trastorno estacional.
*
El limonero pulveriza la luz de octubre.
No sé leer, pero tengo en las manos
un libro de tapas duras verdes.
Alguien habla en el libro
pero es como el croar de las ranas
a medianoche, y yo digo
que ya voy, que estoy llegando,
voy a escucharte pronto Miguel,
y al hidalgo indigente; ya aprendí
que la a es verde, que se dice
con la boca bien abierta
y es como la luna llena
que pulveriza el limonero.
*
No puedo explicarte nada
en la herencia de barcos hundidos
y teatro de anarquistas.
Es una historia de monigotes en la arena,
o correr por el escenario
detrás del personaje decapitado.
En todas las imágenes la estrategia
es que mires lo que grita
en el pozo
y no el virtuosismo
del acróbata en el vacío.
*
En el principio, la letra.
La letra que surge
en lugar de otra cosa,
la letra que niega
y en el negarse
se hace letra.
La letra, herida en la pizarra,
que llena la boca
con la palabra ola,
y es palabra que reclama
otra palabra, que se permuta,
y así es ala, y luego
la ola es el mar
y el ala es la gaviota
y se impone un verbo,
entonces la ola moja el ala
de una gaviota, y el niño ve
las gotitas rutilantes
sobre las plumas iluminadas
por un sol frágil de mayo,
y sabe que va a escribir
sobre gaviotas y mares
cuando sea un viejo
al final de su letra
y la ola vuelva
a ser una ola.
J.A.

Invención de la periferia - Jorge Carlos Alegret

$2.100
Invención de la periferia - Jorge Carlos Alegret $2.100
TÓPICAS DE LA PERIFERIA
1
Ya he muerto
ya fui bocado de la manada
ya cayeron las bombas en la casa de muñecas
ya vi los cerebros quemados
de tres generaciones
y, sin embargo,
no llega el juicio
ni la condena.
2
Penas sin horizonte:
demasiado es el viento
para el que pena un amor
hecho carbón de cielo
3
No soy noruego.
No pienso claro ni preciso.
Soy uno que monologa
contra la ventisca
en un trastorno estacional.
*
El limonero pulveriza la luz de octubre.
No sé leer, pero tengo en las manos
un libro de tapas duras verdes.
Alguien habla en el libro
pero es como el croar de las ranas
a medianoche, y yo digo
que ya voy, que estoy llegando,
voy a escucharte pronto Miguel,
y al hidalgo indigente; ya aprendí
que la a es verde, que se dice
con la boca bien abierta
y es como la luna llena
que pulveriza el limonero.
*
No puedo explicarte nada
en la herencia de barcos hundidos
y teatro de anarquistas.
Es una historia de monigotes en la arena,
o correr por el escenario
detrás del personaje decapitado.
En todas las imágenes la estrategia
es que mires lo que grita
en el pozo
y no el virtuosismo
del acróbata en el vacío.
*
En el principio, la letra.
La letra que surge
en lugar de otra cosa,
la letra que niega
y en el negarse
se hace letra.
La letra, herida en la pizarra,
que llena la boca
con la palabra ola,
y es palabra que reclama
otra palabra, que se permuta,
y así es ala, y luego
la ola es el mar
y el ala es la gaviota
y se impone un verbo,
entonces la ola moja el ala
de una gaviota, y el niño ve
las gotitas rutilantes
sobre las plumas iluminadas
por un sol frágil de mayo,
y sabe que va a escribir
sobre gaviotas y mares
cuando sea un viejo
al final de su letra
y la ola vuelva
a ser una ola.
J.A.