Cuando decidí escribir “Huye, hombre, huye”, deseaba simplemente dar a conocer una realidad del mundo carcelario desde el conocimiento profuso que me ha proporcionado la experiencia directa. Quise que mi narración fuera apodíctica, acercarme a la verdad (pues no me vanaglorio de poseerla) para que cada uno de vosotros sacase sus propias conclusiones, según su ideología y humanidad. Cuando escribí las páginas que habéis leído y que conforman Huye, hombre, huye, por mi mente desfilaron todos los amigos, compañeros y hombres que en la cárcel y en la huida constituyeron mi familia, en su mayoría muertos por el SIDA: cada frase, cada palabra y cada pensamiento constituyen un homenaje a su memoria: lágrimas que mis ojos no habituados al llanto jamás derramaron hasta hoy en forma de letras. Por eso tan sólo pido una cosa a los lectores de este libro, afines o críticos, y es que entiendan que para poder escribir este documento fueron necesarios muchos sufrimientos, dolor y muertes. Por ello, pienso firmemente que merece cuanto menos respeto y atención, pero sobre todo, y como objetivo primordial, una profunda reflexión. Todas las personas encarceladas en prisión han sido ya juzgadas de una u otra manera, así que no abordéis un nuevo juicio contra estas mujeres y hombres, sino contra vosotros mismos: ¿es deseable este sistema o hay que cambiarlo e intentar uno mejor? Vosotros elegís: pasar de larga o detenerse a pensar. Eso si, sois responsables directos de todo aquello que pagáis y sostenéis con vuestros impuestos, y a vosotros os toca decidir que cosas se hacen con ellos.

Xose Tarrio Gonzalez

 

Huye hombre, huye. Diario de un preso FIES - Xosé Tarrio González

$17.000
Huye hombre, huye. Diario de un preso FIES - Xosé Tarrio González $17.000

Cuando decidí escribir “Huye, hombre, huye”, deseaba simplemente dar a conocer una realidad del mundo carcelario desde el conocimiento profuso que me ha proporcionado la experiencia directa. Quise que mi narración fuera apodíctica, acercarme a la verdad (pues no me vanaglorio de poseerla) para que cada uno de vosotros sacase sus propias conclusiones, según su ideología y humanidad. Cuando escribí las páginas que habéis leído y que conforman Huye, hombre, huye, por mi mente desfilaron todos los amigos, compañeros y hombres que en la cárcel y en la huida constituyeron mi familia, en su mayoría muertos por el SIDA: cada frase, cada palabra y cada pensamiento constituyen un homenaje a su memoria: lágrimas que mis ojos no habituados al llanto jamás derramaron hasta hoy en forma de letras. Por eso tan sólo pido una cosa a los lectores de este libro, afines o críticos, y es que entiendan que para poder escribir este documento fueron necesarios muchos sufrimientos, dolor y muertes. Por ello, pienso firmemente que merece cuanto menos respeto y atención, pero sobre todo, y como objetivo primordial, una profunda reflexión. Todas las personas encarceladas en prisión han sido ya juzgadas de una u otra manera, así que no abordéis un nuevo juicio contra estas mujeres y hombres, sino contra vosotros mismos: ¿es deseable este sistema o hay que cambiarlo e intentar uno mejor? Vosotros elegís: pasar de larga o detenerse a pensar. Eso si, sois responsables directos de todo aquello que pagáis y sostenéis con vuestros impuestos, y a vosotros os toca decidir que cosas se hacen con ellos.

Xose Tarrio Gonzalez