Fluye el soliloquio si se lo deja y, en ese viaje de habla, mana el poema. Mana pregunta, sí: ¿Es aquí donde no falto si ya no estoy?, y se arriesga en respuesta también: Todo lo perdido / lo aprendo en tus ojos / y sé por ellos que estoy vivo, en su hacerse cadena pero no para ataduras sino para giros de ruedas. Gira hacia delante intuyendo el mensaje que toca a cada respirante: Aprendiz de tu pasado, borrador de tu futuro. Porque se disuelve quien respira y en ese aire el habla se hace, además, canto, ese al que Reynaldo Jiménez ha dedicado vastos libros y piezas músicas y visuales de diversa índole. Hontanar, llegado al ahora desde uno muy otro, se revela así con la actualidad de lo que no hace más que continuarse, la de un ya puesto en marcha, la de días que unos sobre otros se apilan, como fuente de caricias verbales sobre el lomo de ese ya: La luz es un velo. / El alma nada / por el cielo. El riego en estas páginas ramifica desde semilla, haciendo del libro un organismo vivo, una fruta, un movimiento continuo donde se dan cita la gracia y el misterio en una danza que el poema baila entre la incógnita y la certeza: Hontanar nos pone los pies no sobre la tierra, sino sobre el tremedal en que a veces se troca.

Emanuel Frey Chinelli

Hontanar - Reynaldo Jiménez

$8.000
Hontanar - Reynaldo Jiménez $8.000

Fluye el soliloquio si se lo deja y, en ese viaje de habla, mana el poema. Mana pregunta, sí: ¿Es aquí donde no falto si ya no estoy?, y se arriesga en respuesta también: Todo lo perdido / lo aprendo en tus ojos / y sé por ellos que estoy vivo, en su hacerse cadena pero no para ataduras sino para giros de ruedas. Gira hacia delante intuyendo el mensaje que toca a cada respirante: Aprendiz de tu pasado, borrador de tu futuro. Porque se disuelve quien respira y en ese aire el habla se hace, además, canto, ese al que Reynaldo Jiménez ha dedicado vastos libros y piezas músicas y visuales de diversa índole. Hontanar, llegado al ahora desde uno muy otro, se revela así con la actualidad de lo que no hace más que continuarse, la de un ya puesto en marcha, la de días que unos sobre otros se apilan, como fuente de caricias verbales sobre el lomo de ese ya: La luz es un velo. / El alma nada / por el cielo. El riego en estas páginas ramifica desde semilla, haciendo del libro un organismo vivo, una fruta, un movimiento continuo donde se dan cita la gracia y el misterio en una danza que el poema baila entre la incógnita y la certeza: Hontanar nos pone los pies no sobre la tierra, sino sobre el tremedal en que a veces se troca.

Emanuel Frey Chinelli