Hace noventa años, en el país más atrasado de Europa, en el baluarte de la reacción política, se producía el paso más audaz, el más inesperado: la destrucción del estado feudal-burgués y la construcción de una sociedad socialista. A los ojos de los grandes jefes de la Segunda Internacional, los constructores de la Rusia soviética eran poco más que un puñado de bárbaros voluntariosos de los que poco podía esperarse. […] Quienes nos ubicamos del mismo lado que esos “arribistas” de la gran política mundial, por el contrario, profesamos la más sincera de las admiraciones, en particular por el notable dúo dirigente conformado por Lenin y Trotsky. Lo que caracteriza a los bolcheviques es la eficiencia revolucionaria, una cualidad rara, sólo compartida por Mao y, probablemente, los vietnamitas y Fidel Castro. De hecho, la “vía rusa” y la “china” han sido, hasta ahora, las únicas estrategias exitosas para la toma del poder. Ese es el corazón del problema que todo revolucionario tiene por delante: ¿cómo es posible la victoria?

La revolución depende de muchos factores, uno sólo de los cuales es la estrategia. Sin embargo, en determinado momento del proceso histórico, cuando los demás elementos ya están presentes, la estrategia adecuada y sus creadores deben ocupar, más bien pronto que tarde, el centro de la escena. Es el remate de la receta el que asegura su sabor definitivo. Y si Mao descubrió la receta para la toma del poder en un país con las características de China, Lenin y Trotsky inventaron la correspondiente a uno como Rusia a comienzos del siglo XX. Quienes pretenden, a comienzos del nuevo siglo, repetir aquellas hazañas, deben reconocer la naturaleza específica del momento y el lugar y recuperar, del conjunto de conocimientos acumulados, la experiencia más cercana a nuestro presente argentino. De ahí la primacía necesaria de Octubre sobre la Larga Marcha en nuestra no menos necesaria reflexión sobre nuestra estrategia para nuestra revolución. En aquella eficacia pueden encontrarse las bases de ésta.

 

Historia de la Revolución Rusa - León Trotsky

$16.670
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Hace noventa años, en el país más atrasado de Europa, en el baluarte de la reacción política, se producía el paso más audaz, el más inesperado: la destrucción del estado feudal-burgués y la construcción de una sociedad socialista. A los ojos de los grandes jefes de la Segunda Internacional, los constructores de la Rusia soviética eran poco más que un puñado de bárbaros voluntariosos de los que poco podía esperarse. […] Quienes nos ubicamos del mismo lado que esos “arribistas” de la gran política mundial, por el contrario, profesamos la más sincera de las admiraciones, en particular por el notable dúo dirigente conformado por Lenin y Trotsky. Lo que caracteriza a los bolcheviques es la eficiencia revolucionaria, una cualidad rara, sólo compartida por Mao y, probablemente, los vietnamitas y Fidel Castro. De hecho, la “vía rusa” y la “china” han sido, hasta ahora, las únicas estrategias exitosas para la toma del poder. Ese es el corazón del problema que todo revolucionario tiene por delante: ¿cómo es posible la victoria?

La revolución depende de muchos factores, uno sólo de los cuales es la estrategia. Sin embargo, en determinado momento del proceso histórico, cuando los demás elementos ya están presentes, la estrategia adecuada y sus creadores deben ocupar, más bien pronto que tarde, el centro de la escena. Es el remate de la receta el que asegura su sabor definitivo. Y si Mao descubrió la receta para la toma del poder en un país con las características de China, Lenin y Trotsky inventaron la correspondiente a uno como Rusia a comienzos del siglo XX. Quienes pretenden, a comienzos del nuevo siglo, repetir aquellas hazañas, deben reconocer la naturaleza específica del momento y el lugar y recuperar, del conjunto de conocimientos acumulados, la experiencia más cercana a nuestro presente argentino. De ahí la primacía necesaria de Octubre sobre la Larga Marcha en nuestra no menos necesaria reflexión sobre nuestra estrategia para nuestra revolución. En aquella eficacia pueden encontrarse las bases de ésta.