El punk, que aterrizó en Buenos Aires camuflado en maletas de viajante y crónica roja de la prensa local, se decodificó como pus en la epidermis de un cuerpo social adormecido que necesitaba sacudirse la piel muerta de la dictadura. Pero no será hasta que Raúl Alfonsín abandone el gobierno, ahogado por la hiperinflación y la conmoción popular, que aquel descontento que comenzó como una contraseña para freaks y marginales se extenderá, desordenado, como una mancha voraz por los barrios bravos de la periferia de la cultura y el cemento.

  Como una canción desvaneciéndose en el humo de una sala de ensayo, Hazlo tú Mismx toma el hilo del relato ahí donde una posible primera generación de punks criollos ve surgir una segunda ola, la del hardcore, durante los desérticos años noventa; entre carteles que piden “sonría lo estamos filmando”, el gatillo fácil y largas filas suplicando un empleo mal pago.

  El punk como escena, como aventura política, como forma de vida y propuesta comunal, esquivando patrullas en la noche histérica del sálvese quien pueda, dibujando futuros en burbujas de lodo.

  Este libro atestigua que alguna vez fuimos libres, salvajes y asesinos. Pero ya no hay locos, amigues, todo el mundo está rematadamente cuerdo y los relatos que aquí les presentamos parecen apenas ecos veloces de un tiempo perdido. Una pistola de juguete que sueña con la sangre, un noviazgo entre la poesía y la violencia. Algo así como entretenerse como un bolchevique en la penumbra, o brincar como un suicida cuando suena el timbre del despertador que manda obedecer.

  Y sin embargo, cada peripecia descrita en éste trabajo, dicen que sucedió tal cual se la relata.