Este libro ingresa en el trabajo de Gabriela Liffschitz (1963-2004) a partir de un ternario de espacios que hacen lugar al carácter poliédrico de su obra: literario, analítico y de la mirada. Tal apertura modela la escritura, de manera que la pluma se mueve entre la literatura, la fotografía y el psicoanálisis con una ductilidad que evoca la danza de contacto. En Contact improvisation y en Hacerse ver son fundamentales el reparto de los pesos, el equilibrio, la gravedad, la inercia y la distancia, tanto como los puntos de contacto con el "partenaire". 

En el espacio de la mirada, se recurre a una muestra (2000), donde la artista expuso fotografía de su cuerpo tras una masectomía, a sus libros Recursos humanos (2000) y Efectos colaterales (2003), y a la película Bye bye life, de Enrique Piñeyro. "¿Qué la llevó a fotografiar su cuerpo 'enfermo' de ese modo en el Buenos Aires de comienzos del siglo XXI? ¿Qué buscaba mostrar y para qué?", pregunta el autor. Los interrogantes adquieren más relevancia en tanto se reconoce que Liffschitz enfrentó una enfermedad y exhibió su cuerpo, pero también inició un proceso que revela la fotografía como una "tecnología de sí" para actualizar el vínculo con su carne, la imagen corporal y la mirada, reinscribiéndose en la dimensión simbólica. 

En el espacio del análisis, se ponen en relación las performances fotográficas/textuales de la artista con su experiencia analizante, dado que -como ella lo hace saber en Un final feliz (2004)- estuvo "diez años en análisis freudiano y ocho años con un lacaniano" al mismo tiempo que fue diagnosticada de cáncer y compuso las obras citadas. El autor se aventura hacia un sitio nunca explordo: la confrontación del supuesto saber del analist con el testimonio de un análisis. 

Para concluir, José Assandri, tal vez facilitado por la perspectiva que otorga mirar aquello acerca de lo que escribe desde la otra orilla del Río de la Plat, ofrece una reflexión crítica sobre la práctica del psicoanálisis en Buenos Aires, la autoproclamada "capital mundial del psicoanálisis", y sobre la figura del "analista de vidriera". 

Hacerse ver aporta un recorrido que, más allá de la singularidad de Liffschitz, amplía el entendimiento de la constitución de la dimensión imaginaria en su relación con la fotografía, desdeñada, poco considerada u obviada en el psicoanálisis, especialmente en lo que respecta al estadío del espejo y el esquema óptico generalizado. 

El tratamiento con el que se encara este trabajo excede cualquier exégesis y convierte a este libro en un rara avis del psicoanálisis.

Helga Fernández.

Hacerse ver (cuerpo-fotografía-mirada) - José Assandri

$38.000
Hacerse ver (cuerpo-fotografía-mirada) - José Assandri $38.000

Este libro ingresa en el trabajo de Gabriela Liffschitz (1963-2004) a partir de un ternario de espacios que hacen lugar al carácter poliédrico de su obra: literario, analítico y de la mirada. Tal apertura modela la escritura, de manera que la pluma se mueve entre la literatura, la fotografía y el psicoanálisis con una ductilidad que evoca la danza de contacto. En Contact improvisation y en Hacerse ver son fundamentales el reparto de los pesos, el equilibrio, la gravedad, la inercia y la distancia, tanto como los puntos de contacto con el "partenaire". 

En el espacio de la mirada, se recurre a una muestra (2000), donde la artista expuso fotografía de su cuerpo tras una masectomía, a sus libros Recursos humanos (2000) y Efectos colaterales (2003), y a la película Bye bye life, de Enrique Piñeyro. "¿Qué la llevó a fotografiar su cuerpo 'enfermo' de ese modo en el Buenos Aires de comienzos del siglo XXI? ¿Qué buscaba mostrar y para qué?", pregunta el autor. Los interrogantes adquieren más relevancia en tanto se reconoce que Liffschitz enfrentó una enfermedad y exhibió su cuerpo, pero también inició un proceso que revela la fotografía como una "tecnología de sí" para actualizar el vínculo con su carne, la imagen corporal y la mirada, reinscribiéndose en la dimensión simbólica. 

En el espacio del análisis, se ponen en relación las performances fotográficas/textuales de la artista con su experiencia analizante, dado que -como ella lo hace saber en Un final feliz (2004)- estuvo "diez años en análisis freudiano y ocho años con un lacaniano" al mismo tiempo que fue diagnosticada de cáncer y compuso las obras citadas. El autor se aventura hacia un sitio nunca explordo: la confrontación del supuesto saber del analist con el testimonio de un análisis. 

Para concluir, José Assandri, tal vez facilitado por la perspectiva que otorga mirar aquello acerca de lo que escribe desde la otra orilla del Río de la Plat, ofrece una reflexión crítica sobre la práctica del psicoanálisis en Buenos Aires, la autoproclamada "capital mundial del psicoanálisis", y sobre la figura del "analista de vidriera". 

Hacerse ver aporta un recorrido que, más allá de la singularidad de Liffschitz, amplía el entendimiento de la constitución de la dimensión imaginaria en su relación con la fotografía, desdeñada, poco considerada u obviada en el psicoanálisis, especialmente en lo que respecta al estadío del espejo y el esquema óptico generalizado. 

El tratamiento con el que se encara este trabajo excede cualquier exégesis y convierte a este libro en un rara avis del psicoanálisis.

Helga Fernández.