Con su pluma barroca, crítica y voluptuosa, Lemebel fotografía escenas de los días presentes y pasados.

Un diálogo, un encuentro fortuito, un compañero de viaje, un aeropuerto, un museo, un rincón de la ciudad, un pasajero del metro, una calle, un recuerdo de infancia, una mujer, un amor pasajero; estos son los destellos que dan vida a esta nueva recopilación de crónicas de Pedro Lemebel. Con su pluma barroca, crítica y voluptuosa, el autor va fotografiando escenas de los días presentes y pasados, completando una obra que con Háblame de amores se consolida entre las más originales del panorama literario latinoamericano.

Desde que se dio a conocer dentro y fuera de Chile con sus textos y las de las Yeguas del Apocalipsis, Lemebel se ha mostrado irreductible. ¿Qué le pueden argumentar de nuevo, qué le pueden decir que él no se haya dicho? ¿Cómo sorprender al que ha examinado con metáforas y descaro a una sociedad que sólo admitió la diversidad al sometérsela a la peor uniformidad? Al incapaz de engaño no se le vence con injurias y menos aún con expulsiones del Santasanctórum de la decencia, que para Lemebel nada más es una institución patética del autoengaño.

Carlos Monsivais

Háblame de amores - Pedro Lemebel

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Háblame de amores - Pedro Lemebel $29.900

Con su pluma barroca, crítica y voluptuosa, Lemebel fotografía escenas de los días presentes y pasados.

Un diálogo, un encuentro fortuito, un compañero de viaje, un aeropuerto, un museo, un rincón de la ciudad, un pasajero del metro, una calle, un recuerdo de infancia, una mujer, un amor pasajero; estos son los destellos que dan vida a esta nueva recopilación de crónicas de Pedro Lemebel. Con su pluma barroca, crítica y voluptuosa, el autor va fotografiando escenas de los días presentes y pasados, completando una obra que con Háblame de amores se consolida entre las más originales del panorama literario latinoamericano.

Desde que se dio a conocer dentro y fuera de Chile con sus textos y las de las Yeguas del Apocalipsis, Lemebel se ha mostrado irreductible. ¿Qué le pueden argumentar de nuevo, qué le pueden decir que él no se haya dicho? ¿Cómo sorprender al que ha examinado con metáforas y descaro a una sociedad que sólo admitió la diversidad al sometérsela a la peor uniformidad? Al incapaz de engaño no se le vence con injurias y menos aún con expulsiones del Santasanctórum de la decencia, que para Lemebel nada más es una institución patética del autoengaño.

Carlos Monsivais