En el muy porteño barrio de Flores, la Av. Bonorino abre un hiato: la comunidad boliviana que allí tiene su centro nos traslada a otra nación. Los personajes de Grandeza Boliviana nos muestran cómo se vive y se trabaja, cómo se hace para habitar en el desarraigo.

Con una prosa sutil, que se ahorra reflexiones para dar paso a lo contundente de lo real, Bruno Morales desliza a su vez cómo se ven este suelo, esta nación, estas costumbres argentinas desde la perspectiva de un migrante laboral proveniente de uno de los países más pobres del continente americano.

Una novela que trasmuta posiciones, haciendo pasar una identidad nacional por el tamiz de un ojo radicalmente Otro.

Con una prosa despojada y precisa, Grandeza Boliviana extrema la apuesta de Bolivia Construcciones tanto en lo literario como en lo político.

Al igual que en la primera novela de Bruno Morales, los personajes son migrantes bolivianos que viven en la Argentina. El narrador sin nombre dirige ahora la mirada, en apariencia inopinada y casual pero inquietante y significativa, hacia el interior de su colectividad, la vida en la ciudad, los argentinos y otros migrantes. Las charlas y las cervezas con Quispe, los trabajos de albañilería con Pedro en alguna casa de Caballito o Palermo, marcan los ritmos de una rutina que interrumpe Alasitas con sus “puestos ambulantes, comidas quemantes, sabrosas, y grasosas”. En cada escena se filtran la discreta emoción del narrador y la complejidad de una realidad compuesta por costumbres heredadas e indiferencia: orgullos y prejuicios, sentidos y sensibilidades que luchan por un lugar para construir, o revocar, una identidad mutante.

Una escritura que lo cuenta todo por omisión, y crea un espacio que revela desde dónde lee, mira y juzga, para que –virtud poco frecuente- el lector haga lo propio. Una sumersión inusitada en el mundo boliviano que se convierte en uno de los textos más renovadores de la literatura argentina.

 

Grandeza Boliviana - Bruno Morales

$17.400
Grandeza Boliviana - Bruno Morales $17.400

En el muy porteño barrio de Flores, la Av. Bonorino abre un hiato: la comunidad boliviana que allí tiene su centro nos traslada a otra nación. Los personajes de Grandeza Boliviana nos muestran cómo se vive y se trabaja, cómo se hace para habitar en el desarraigo.

Con una prosa sutil, que se ahorra reflexiones para dar paso a lo contundente de lo real, Bruno Morales desliza a su vez cómo se ven este suelo, esta nación, estas costumbres argentinas desde la perspectiva de un migrante laboral proveniente de uno de los países más pobres del continente americano.

Una novela que trasmuta posiciones, haciendo pasar una identidad nacional por el tamiz de un ojo radicalmente Otro.

Con una prosa despojada y precisa, Grandeza Boliviana extrema la apuesta de Bolivia Construcciones tanto en lo literario como en lo político.

Al igual que en la primera novela de Bruno Morales, los personajes son migrantes bolivianos que viven en la Argentina. El narrador sin nombre dirige ahora la mirada, en apariencia inopinada y casual pero inquietante y significativa, hacia el interior de su colectividad, la vida en la ciudad, los argentinos y otros migrantes. Las charlas y las cervezas con Quispe, los trabajos de albañilería con Pedro en alguna casa de Caballito o Palermo, marcan los ritmos de una rutina que interrumpe Alasitas con sus “puestos ambulantes, comidas quemantes, sabrosas, y grasosas”. En cada escena se filtran la discreta emoción del narrador y la complejidad de una realidad compuesta por costumbres heredadas e indiferencia: orgullos y prejuicios, sentidos y sensibilidades que luchan por un lugar para construir, o revocar, una identidad mutante.

Una escritura que lo cuenta todo por omisión, y crea un espacio que revela desde dónde lee, mira y juzga, para que –virtud poco frecuente- el lector haga lo propio. Una sumersión inusitada en el mundo boliviano que se convierte en uno de los textos más renovadores de la literatura argentina.