¿Cómo atraer al lector? 'En el clásico marco cerrado de una novela policial a la inglesa, el sargento Barreiro viene a investigar...', o 'Álvaro Bonnemaison, mayordomo de una mansión de Palermo Chico, denuncia la desaparición...', o 'Valentín Boyard d'Oberbousse ha heredado, junto con su hermana, no una fortuna sino la bancarrota de su abuela...'. Por suerte no es necesario ninguno de estos anzuelos, porque la novela se cuenta sola. En Footing sostenido todo es materia y motivo de diversión, de felicidad: la clave aviesa del humor serio, el nervio implícito en la trama -intriga y aventura- con que el narrador posterga el regodeo verbal en aras del acontecimiento... El acontecimiento. Con qué elegancia Santiago Stura toma este fetiche filosófico y lo transporta, lo intercala, sabe encadenarlo sin violencia, dejarlo ocurrir o escurrirse, verlo u oírlo cambiar de forma, de conducta, de costumbre -inundación, tormenta, plaga, asesinato- en la travesía del 'Recuerdo triste'. Con qué conocimiento de causa depone el peso simbólico de un destino pesado como una esvástica para obtener la suave corriente de un fluir lleno de gracia, lleno del consuelo que da la profesión para adecuar la peripecia al continuo, al ritmo imprevisible de la lectura... Una punta o un filo -arma letal en ascenso, lepisma- rasga la superficie algo que ha permanecido, de acuerdo con el sistema metafórico deportivo de la novela, en apnea pasiva y traiciona de buena fe las relaciones con la literatura precedente, el footing implausible del buzo que se desplaza, sitúa su hallazgo -anémona o derrelicto- y además ese aleteo leve, nada irónico, que salva la vida al borde de una nueva oración. El genial Henry Green estableció un requisito para la prosa narrativa. Ésta, decía, no debe ser leída en voz alta sino en la nocturna voz con que el lector se dirige a sí mismo. El autor de Footing lo cumple a medias: puede leerse así, a solas, o repartir su caudal generoso de episodios e ideas entre lectores con los oídos bien abiertos. Recuerdo a Santiago, cinco años atrás, leyéndola en voz alta: la audiencia alerta, la tripulación en acción, la risa efusiva que provoca lo contrario del control de una trama: la elaboración de un nuevo azar. Un azar rico, munificente, digno del acontecimiento, de los acontecimientos que esta novela increíble, inolvidable, estrena, defiende, propaga. LUIS CHITARRONI.

Footing sostenido - Santiago Stura

$12.570
Footing sostenido - Santiago Stura $12.570

¿Cómo atraer al lector? 'En el clásico marco cerrado de una novela policial a la inglesa, el sargento Barreiro viene a investigar...', o 'Álvaro Bonnemaison, mayordomo de una mansión de Palermo Chico, denuncia la desaparición...', o 'Valentín Boyard d'Oberbousse ha heredado, junto con su hermana, no una fortuna sino la bancarrota de su abuela...'. Por suerte no es necesario ninguno de estos anzuelos, porque la novela se cuenta sola. En Footing sostenido todo es materia y motivo de diversión, de felicidad: la clave aviesa del humor serio, el nervio implícito en la trama -intriga y aventura- con que el narrador posterga el regodeo verbal en aras del acontecimiento... El acontecimiento. Con qué elegancia Santiago Stura toma este fetiche filosófico y lo transporta, lo intercala, sabe encadenarlo sin violencia, dejarlo ocurrir o escurrirse, verlo u oírlo cambiar de forma, de conducta, de costumbre -inundación, tormenta, plaga, asesinato- en la travesía del 'Recuerdo triste'. Con qué conocimiento de causa depone el peso simbólico de un destino pesado como una esvástica para obtener la suave corriente de un fluir lleno de gracia, lleno del consuelo que da la profesión para adecuar la peripecia al continuo, al ritmo imprevisible de la lectura... Una punta o un filo -arma letal en ascenso, lepisma- rasga la superficie algo que ha permanecido, de acuerdo con el sistema metafórico deportivo de la novela, en apnea pasiva y traiciona de buena fe las relaciones con la literatura precedente, el footing implausible del buzo que se desplaza, sitúa su hallazgo -anémona o derrelicto- y además ese aleteo leve, nada irónico, que salva la vida al borde de una nueva oración. El genial Henry Green estableció un requisito para la prosa narrativa. Ésta, decía, no debe ser leída en voz alta sino en la nocturna voz con que el lector se dirige a sí mismo. El autor de Footing lo cumple a medias: puede leerse así, a solas, o repartir su caudal generoso de episodios e ideas entre lectores con los oídos bien abiertos. Recuerdo a Santiago, cinco años atrás, leyéndola en voz alta: la audiencia alerta, la tripulación en acción, la risa efusiva que provoca lo contrario del control de una trama: la elaboración de un nuevo azar. Un azar rico, munificente, digno del acontecimiento, de los acontecimientos que esta novela increíble, inolvidable, estrena, defiende, propaga. LUIS CHITARRONI.