César Vallejo, el mismo que con Trilce cambiara para siempre el rumbo de la poesía latinoamericana, aparece aquí como cuentista no menos genial y desgarrador.

Escalas es su primer libro en prosa. Reflexiones sobre la injusticia, el sentimiento de orfandad, el regreso al hogar y la libertad se encarnan en estampas y cuentos magistralmente logrados.

Publicado por primera vez en 1923 en los Talleres Tipográficos de la Penitenciaría de Lima, el libro presenta ya algunos rasgos vanguardistas, adelantándose así en muchos aspectos a la nueva narrativa latinoamericana con la elaboración de universos donde conviven lo mítico y lo real, lo narrativo y lo ensayístico, lo fantástico y lo documental, lo massmediático y lo poético en el sentido de despliegue de imágenes de totalidad que producen un efecto de sorpresa y extrañamiento en el lector.

Escalas sorprende por su maestría en el lenguaje, capaz de hilvanar las más complejas metáforas con la construcción de un ambiente narrativo de enorme eficacia. Profana a su manera los tabúes sexuales, reconstruye el territorio andino y selvático, dándole rango literario y superando de este modo, avant la lettre, el descriptivismo documental de cierta narrativa regionalista e indigenista inmediatamente posterior.

 

César Vallejo nace en 1892 en Santiago de Chuco «un día en que Dios estuvo enfermo», como reza su epitafio en el cementerio de Montparnasse. Conoce la pobreza en carne propia: recorre las minas de Quiruvilca, trabaja en la finca azucarera Roma, en el valle de Chicama, y ejerce luego numerosos y variados oficios. En 1918 publica su primer libro de poesías, Los heraldos negros. José A. Mazzotti señala en el prólogo de este libro que «para Los heraldos negros hubo una recepción favorable pero discreta. Vallejo se ganaba un nombre como intelectual y como artista, hasta que por un extraño como estúpido incidente se vio involucrado en un evento luctuoso: durante una visita a su natal Santiago de Chuco por las fiestas del Santo Patrón del pueblo en agosto de 1920, y en medio de una súbita violencia social de motivaciones políticas y electorales, fue acusado de instigar el incendio del almacén de la poderosa familia Santa María, de posiciones opuestas a las de su propio grupo familiar. Vallejo logró huir por varias semanas, pero fue finalmente apresado. Permaneció en la cárcel de Trujillo del 6 de noviembre de 1920 al 26 de febrero de 1921, para recibir libertad condicional gracias a las presiones de la prensa y los intelectuales que reclamaban una investigación imparcial, sin vendettas personales. Esos 112 días de encierro parecen haber sido determinantes en su visión de la poesía y de la vida. Muchos de los poemas de Trilce fueron escritos en la cárcel y contienen alusiones a ella, hasta llegar a convertirla en una condición metafísica y una concepción de la existencia. Ya en París escribiría: ‹el momento más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel del Perú›. Es muy posible que también escribiera varios de los relatos de Escalas en el mismo lugar».

En 1923 llega a París; allí conoce a artistas de la talla de Vicente Huidobro, Pablo Neruda y Tristan Tzara y se afilia al Partido Comunista. Viaja a la Unión Soviética y a España. Su estancia en Europa también está signada por grandes penurias económicas. En 1937 escribe los versos de España aparta de mí este cáliz. Muere en 1938.

Escalas - César Vallejo

$17.400
Escalas - César Vallejo $17.400

César Vallejo, el mismo que con Trilce cambiara para siempre el rumbo de la poesía latinoamericana, aparece aquí como cuentista no menos genial y desgarrador.

Escalas es su primer libro en prosa. Reflexiones sobre la injusticia, el sentimiento de orfandad, el regreso al hogar y la libertad se encarnan en estampas y cuentos magistralmente logrados.

Publicado por primera vez en 1923 en los Talleres Tipográficos de la Penitenciaría de Lima, el libro presenta ya algunos rasgos vanguardistas, adelantándose así en muchos aspectos a la nueva narrativa latinoamericana con la elaboración de universos donde conviven lo mítico y lo real, lo narrativo y lo ensayístico, lo fantástico y lo documental, lo massmediático y lo poético en el sentido de despliegue de imágenes de totalidad que producen un efecto de sorpresa y extrañamiento en el lector.

Escalas sorprende por su maestría en el lenguaje, capaz de hilvanar las más complejas metáforas con la construcción de un ambiente narrativo de enorme eficacia. Profana a su manera los tabúes sexuales, reconstruye el territorio andino y selvático, dándole rango literario y superando de este modo, avant la lettre, el descriptivismo documental de cierta narrativa regionalista e indigenista inmediatamente posterior.

 

César Vallejo nace en 1892 en Santiago de Chuco «un día en que Dios estuvo enfermo», como reza su epitafio en el cementerio de Montparnasse. Conoce la pobreza en carne propia: recorre las minas de Quiruvilca, trabaja en la finca azucarera Roma, en el valle de Chicama, y ejerce luego numerosos y variados oficios. En 1918 publica su primer libro de poesías, Los heraldos negros. José A. Mazzotti señala en el prólogo de este libro que «para Los heraldos negros hubo una recepción favorable pero discreta. Vallejo se ganaba un nombre como intelectual y como artista, hasta que por un extraño como estúpido incidente se vio involucrado en un evento luctuoso: durante una visita a su natal Santiago de Chuco por las fiestas del Santo Patrón del pueblo en agosto de 1920, y en medio de una súbita violencia social de motivaciones políticas y electorales, fue acusado de instigar el incendio del almacén de la poderosa familia Santa María, de posiciones opuestas a las de su propio grupo familiar. Vallejo logró huir por varias semanas, pero fue finalmente apresado. Permaneció en la cárcel de Trujillo del 6 de noviembre de 1920 al 26 de febrero de 1921, para recibir libertad condicional gracias a las presiones de la prensa y los intelectuales que reclamaban una investigación imparcial, sin vendettas personales. Esos 112 días de encierro parecen haber sido determinantes en su visión de la poesía y de la vida. Muchos de los poemas de Trilce fueron escritos en la cárcel y contienen alusiones a ella, hasta llegar a convertirla en una condición metafísica y una concepción de la existencia. Ya en París escribiría: ‹el momento más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel del Perú›. Es muy posible que también escribiera varios de los relatos de Escalas en el mismo lugar».

En 1923 llega a París; allí conoce a artistas de la talla de Vicente Huidobro, Pablo Neruda y Tristan Tzara y se afilia al Partido Comunista. Viaja a la Unión Soviética y a España. Su estancia en Europa también está signada por grandes penurias económicas. En 1937 escribe los versos de España aparta de mí este cáliz. Muere en 1938.