"Apareció un hombre. Los hombres llevan espinas en la cabeza, y zarzas: no notan una maceta enseguida. Fue necesario que apareciera otro. Vio la maceta, dijo al pasar: '¡Ah, una maceta!'; la tocó con el pie para ver si realmente era una maceta. ¡Y sí! Era una maceta..."
El trágico final de André Baillon y los acontecimientos del siglo XX lo condenaron injustamente al olvido. Sus historias tienen como protagonista a la gente común, retratada en la simpleza de lo cotidiano, con una prosa novedosa para su tiempo y una cálida mezcla de ternura y humor absurdo. Juega con las palabras, las estira y las rearma para llegar directo al corazón de cada lector.
El ojo agudo de Baillon supo captar pequeñas postales de la Bélgica de su tiempo, que habitan estos trece cuentos: desde la frustración por una perra que no para de ladrar hasta el hambre de un país ocupado en plena guerra.