Intuiciones de una memoria a nado «en un tiempo al que la letra no accede», este libro de Julieta Marchant (Santiago de Chile, 1985) avanza con brazadas de crawl: se impone un ritmo, una respiración cortada por los saltos, arrastrada por las corrientes, amputada por las sequías. En esta, su primera publicación en Argentina, el lenguaje es pensado y piensa alrededor de un duelo. Pero «<las palabras no restituyen», saben estos versos acuáticos, desesperados por conseguirse aire bajo las luces opacas de un río. Opacas no por oscuras sino por ocultadoras, donde la ocultación es apuesta por bellezas exigentes y exigidas, a su vez, ante lo que nombran. Y ese río desembocará en pequeños jardines, océanos, bosques, sombras, cuerpos como países enteros.

<Las palabras conducen a más palabras», sí, pero «la página también concluye y sutura la lengua allí donde la lengua olvida». En la vastedad de ese último instante suspendido, como en un hueco del sueño, Marchant mira y escribe «pensando en el instante en que una corteza se abre»>.

Valeria Tentoni

En el lugar de la mano el ímpetu de un río - Julieta Marchant

$14.000
En el lugar de la mano el ímpetu de un río - Julieta Marchant $14.000

Intuiciones de una memoria a nado «en un tiempo al que la letra no accede», este libro de Julieta Marchant (Santiago de Chile, 1985) avanza con brazadas de crawl: se impone un ritmo, una respiración cortada por los saltos, arrastrada por las corrientes, amputada por las sequías. En esta, su primera publicación en Argentina, el lenguaje es pensado y piensa alrededor de un duelo. Pero «<las palabras no restituyen», saben estos versos acuáticos, desesperados por conseguirse aire bajo las luces opacas de un río. Opacas no por oscuras sino por ocultadoras, donde la ocultación es apuesta por bellezas exigentes y exigidas, a su vez, ante lo que nombran. Y ese río desembocará en pequeños jardines, océanos, bosques, sombras, cuerpos como países enteros.

<Las palabras conducen a más palabras», sí, pero «la página también concluye y sutura la lengua allí donde la lengua olvida». En la vastedad de ese último instante suspendido, como en un hueco del sueño, Marchant mira y escribe «pensando en el instante en que una corteza se abre»>.

Valeria Tentoni