En este libro, El tiempo iluminado, aunque parezca redundante la luz se sale por los cuatro costados y lo ilumina todo: lo que hay en el libro y lo que existe a su alrededor. Con un estado de inocencia más que infrecuente en la escritura de poemas por estos lares.

Como si compartiera un álbum de fotografía familiar (en el sentido más amplio de la palabra) o de películas caseras, donde la felicidad de lo visible, aun en su tristeza, es guardado en ese cofre de los tesoros que son los poemas algunas veces.

Poemas casi siempre cálidos y tiernos, como si fuera un niño el que los escribiera. Un niño que se resiste a crecer o si lo hace, es con el único fin de cuidar lo hermoso, con un gran sentido de la responsabilidad, por otra parte. 

Pequeño cineasta de las palabras: Matías Guzmán da a conocer al mundo sus poemas escritos en la perfecta claridad de ese gabinete sonoro donde las palabras brillan, nombran, acercan, evocan, editan el mundo para que, no importa lo que se diga, deje de ser un lugar hostil. Y lo hace con una melancolía tan radiante que, inevitablemente, nos hace pensar en la felicidad. 

 

Osvaldo Bossi

El tiempo iluminado - Matías Guzmán

$15.000
El tiempo iluminado - Matías Guzmán $15.000

En este libro, El tiempo iluminado, aunque parezca redundante la luz se sale por los cuatro costados y lo ilumina todo: lo que hay en el libro y lo que existe a su alrededor. Con un estado de inocencia más que infrecuente en la escritura de poemas por estos lares.

Como si compartiera un álbum de fotografía familiar (en el sentido más amplio de la palabra) o de películas caseras, donde la felicidad de lo visible, aun en su tristeza, es guardado en ese cofre de los tesoros que son los poemas algunas veces.

Poemas casi siempre cálidos y tiernos, como si fuera un niño el que los escribiera. Un niño que se resiste a crecer o si lo hace, es con el único fin de cuidar lo hermoso, con un gran sentido de la responsabilidad, por otra parte. 

Pequeño cineasta de las palabras: Matías Guzmán da a conocer al mundo sus poemas escritos en la perfecta claridad de ese gabinete sonoro donde las palabras brillan, nombran, acercan, evocan, editan el mundo para que, no importa lo que se diga, deje de ser un lugar hostil. Y lo hace con una melancolía tan radiante que, inevitablemente, nos hace pensar en la felicidad. 

 

Osvaldo Bossi