Ricardo Piglia decía que, en un relato, importan más los efectos de los hechos que los hechos mismos. Los cuentos de Lucas González Monte responden a la hipótesis de Piglia en la medida que alojan una tensión inminente que encuentra su vía de escape en la cabeza del lector. Ya sean urbanas o rurales, cómicas u ominosas, alucinaciones imaginativas de un personaje o situaciones metaliterarias, las narraciones de González Monte se mueven en una zona de ambigüedad donde lo que sucedió (o lo que está por suceder), construye el tono del libro.

En los cuentos que componen El silencio de Hemingway, la ciudad es importante en dos sentidos: ausencia y presencia. Por un lado, como en ciertos relatos de Borges, lo urbano es un recuerdo o algo no inventado. En esos casos, el narrador es testigo de tribus, sacrificios y del impacto de la naturaleza sobre el ánimo de la comunidad. En los otros, la ciudad se presenta en su impresionante dimensión fantástica como una versión personal de la misteriosa Buenos Aires que soñó Mujica Lainez y también Cortázar.

En el fondo, lo que sobresale, lo que se anuncia, es la potencia del lenguaje y sus efectos.

Juan Rapacioli

El silencio de Hemingway - Lucas González Monte

$14.000
El silencio de Hemingway - Lucas González Monte $14.000

Ricardo Piglia decía que, en un relato, importan más los efectos de los hechos que los hechos mismos. Los cuentos de Lucas González Monte responden a la hipótesis de Piglia en la medida que alojan una tensión inminente que encuentra su vía de escape en la cabeza del lector. Ya sean urbanas o rurales, cómicas u ominosas, alucinaciones imaginativas de un personaje o situaciones metaliterarias, las narraciones de González Monte se mueven en una zona de ambigüedad donde lo que sucedió (o lo que está por suceder), construye el tono del libro.

En los cuentos que componen El silencio de Hemingway, la ciudad es importante en dos sentidos: ausencia y presencia. Por un lado, como en ciertos relatos de Borges, lo urbano es un recuerdo o algo no inventado. En esos casos, el narrador es testigo de tribus, sacrificios y del impacto de la naturaleza sobre el ánimo de la comunidad. En los otros, la ciudad se presenta en su impresionante dimensión fantástica como una versión personal de la misteriosa Buenos Aires que soñó Mujica Lainez y también Cortázar.

En el fondo, lo que sobresale, lo que se anuncia, es la potencia del lenguaje y sus efectos.

Juan Rapacioli