La distopía está de moda. Pedagogía-advertencia contra los totalitarismos vencedores, la ciencia y la técnica al servicio de poderes deshumanizantes, triunfo de Gran Hermano, la distopía captura a los lectores haciéndolos soñar (consuelo de tontos) con que todo (su realidad capitalista sudaca) podría ser peor. Eduardo Blaustein, en cambio, se ocupa de lo contrario, la utopía, rescatándola de su reciente sentido reaccionario de sueño imposible e insensato, de revolución perdida o traicionada, devolviéndola a su sentido original de sociedad igualitaria y feliz.

Blaustein recoge la pluma socarrona de Arturo Jaureche, Roberto Fontanarrosa, Arturo Cancela y Juan José de Zoisa Reilly, escritores que abogaban por una lengua nacional porosa a los saberes populares, al ingenio de los juegos de palabras de todos los días, finísima en sus invenciones impredecibles. Digresión: es una pena que, en el último siglo, se impusiera la “dimensión trágica” y no las escrituras felices.

Esta utopía buffa, utopía barroca y colorida, contrabandista de una biografía de los Beatles tarareada con sus letras mejores, y que cuenta la épica flotante chino-argentina a través de la Mao, nave Cuna que transporta a 10.000 elegidos llamados remembrantes, en principio secuestrados, evoca asociaciones inquietantes: 

“Diez mil embutidos conectados a cables y sueros y descargas de bits (…) neuroquímicos, regeneradores celulares, programas de memoria”. Como si ésta fuera la versión invertida, post judicial y futurista del secuestro y la desaparición.

Pero no se trata de una fábula negacionista, ni de un olvido, sino de un Mito, esa llave maestra para, desde la tradición, hacer fluir el pensamiento en el presente.

El reino de Fu Sang - Eduardo Blaustein

$23.000
El reino de Fu Sang - Eduardo Blaustein $23.000

La distopía está de moda. Pedagogía-advertencia contra los totalitarismos vencedores, la ciencia y la técnica al servicio de poderes deshumanizantes, triunfo de Gran Hermano, la distopía captura a los lectores haciéndolos soñar (consuelo de tontos) con que todo (su realidad capitalista sudaca) podría ser peor. Eduardo Blaustein, en cambio, se ocupa de lo contrario, la utopía, rescatándola de su reciente sentido reaccionario de sueño imposible e insensato, de revolución perdida o traicionada, devolviéndola a su sentido original de sociedad igualitaria y feliz.

Blaustein recoge la pluma socarrona de Arturo Jaureche, Roberto Fontanarrosa, Arturo Cancela y Juan José de Zoisa Reilly, escritores que abogaban por una lengua nacional porosa a los saberes populares, al ingenio de los juegos de palabras de todos los días, finísima en sus invenciones impredecibles. Digresión: es una pena que, en el último siglo, se impusiera la “dimensión trágica” y no las escrituras felices.

Esta utopía buffa, utopía barroca y colorida, contrabandista de una biografía de los Beatles tarareada con sus letras mejores, y que cuenta la épica flotante chino-argentina a través de la Mao, nave Cuna que transporta a 10.000 elegidos llamados remembrantes, en principio secuestrados, evoca asociaciones inquietantes: 

“Diez mil embutidos conectados a cables y sueros y descargas de bits (…) neuroquímicos, regeneradores celulares, programas de memoria”. Como si ésta fuera la versión invertida, post judicial y futurista del secuestro y la desaparición.

Pero no se trata de una fábula negacionista, ni de un olvido, sino de un Mito, esa llave maestra para, desde la tradición, hacer fluir el pensamiento en el presente.