a primera edición de El pintor de la Suiza argentina se publicó en 1991. En aquel libro, Esteban Buch repasaba los pormenores de la biografía de Antoon Maes, un artista belga que arribó a la Argentina a comienzos de la década de 1950 dejando atrás un pasado oscuro. Las huellas de Maes –en especial el prestigio local que adquirió a lo largo de su vida patagónica– y la curiosidad del joven Buch lo condujeron más allá de la mera biografía del pintor. Su pesquisa sacó a la luz una compleja trama de encubrimientos entre figuras relevantes de la sociedad y la cultura de Bariloche, detrás de la cual se ocultaban algunos personajes siniestros.
Más de treinta años después, en esta nueva edición, Buch reflexiona sobre su investigación. Al mismo tiempo establece la cadena de situaciones que llevaron a que aquel libro fuera una pieza esencial en la revelación del paradero de Erich Priebke, uno de los criminales de guerra nazis más buscados del mundo, y que terminara resultando clave para su deportación, juicio y condena en Roma en 1998.

Tu libro despertó mi interés desde las primeras líneas. Se lee como una novela y tiene más médula que una novela. Tu profundo análisis de política y arte, de vida y deshumanización está hecho con la profunda humildad del análisis con la duda. La forma es un armazón que se hunde en la carne, en la condición humana. La investigación es lenta y descorazonada. Porque sabe que terminará por descubrir el otro aspecto del héroe, el otro aspecto de la sociedad, en fin, la Suiza argentina.

(de una carta de Osvaldo Bayer al autor)