Suele hablarse de “correlación de fuerzas” de manera ligera y, a veces, con extrema complacencia. También hay quienes recuerdan que “la política es el arte de lo posible”, razón por la cual, finalmente, se hace lo que se puede en una circunstancia dada. Y lo que se puede para algunos peronistas fue (es) “unidad hasta que duela”, recorrido que comenzó con el candidato Daniel Scioli al que siguieron Alberto Fernández y Sergio Massa.

En tiempos de un nuevo actor, el mileísmo, El peronismo de las tres banderas indaga si —con la invencible globalización— la independencia económica, la soberanía política y la justicia social son consignas arcaicas perdidas en el devenir tumultuoso del tiempo argento y deben arriarse definitivamente.
La exploración la hace siguiendo a un guía impar, único: John William Cooke. Y no cualquier Cooke, que hubo varios, sino el que editó el semanario De Frente en los agitados y definitorios años 1954 y 1955. Lo particular de Cooke fue que su apego a las prístinas banderas del movimiento lo transformó en un tábano molesto y, finalmente, en un hereje.

El peronismo de las tres banderas - Daniel Sorin

$19.900
El peronismo de las tres banderas - Daniel Sorin $19.900

Suele hablarse de “correlación de fuerzas” de manera ligera y, a veces, con extrema complacencia. También hay quienes recuerdan que “la política es el arte de lo posible”, razón por la cual, finalmente, se hace lo que se puede en una circunstancia dada. Y lo que se puede para algunos peronistas fue (es) “unidad hasta que duela”, recorrido que comenzó con el candidato Daniel Scioli al que siguieron Alberto Fernández y Sergio Massa.

En tiempos de un nuevo actor, el mileísmo, El peronismo de las tres banderas indaga si —con la invencible globalización— la independencia económica, la soberanía política y la justicia social son consignas arcaicas perdidas en el devenir tumultuoso del tiempo argento y deben arriarse definitivamente.
La exploración la hace siguiendo a un guía impar, único: John William Cooke. Y no cualquier Cooke, que hubo varios, sino el que editó el semanario De Frente en los agitados y definitorios años 1954 y 1955. Lo particular de Cooke fue que su apego a las prístinas banderas del movimiento lo transformó en un tábano molesto y, finalmente, en un hereje.