Dichosa aquella, Witold Gombrowicz,

que en el mes diez

cumple sesenta

el día siete

y se alegra de haber llegado

y de poder hacer la cuenta. Es el Día del Perdón,

buena ocasión

para que toda mi familia judía

me ofrezca absolución

porque jamás les hice nada

ni pedí. Aquí 

sentada con mi propio Libro de Números,

largo y asimétrico como el húmero,

ni levita ni coanita,

advierto que soy todo un pueblo

si tengo en cuenta el dolor, mis lecturas aplicadas

y yo. El resultado de censar mi vida

trae esta frase pulida,

y Gombrowicz tiene razón:

“No hay horror que no consiga amor”.

No, no hay, y ¡ay!

tampoco hay nada mejor. Sentarse y aun a oscuras

proseguir con la lectura.

El paisaje interior - Mirta Rosenberg

$20.000
Sin stock
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Dichosa aquella, Witold Gombrowicz,

que en el mes diez

cumple sesenta

el día siete

y se alegra de haber llegado

y de poder hacer la cuenta. Es el Día del Perdón,

buena ocasión

para que toda mi familia judía

me ofrezca absolución

porque jamás les hice nada

ni pedí. Aquí 

sentada con mi propio Libro de Números,

largo y asimétrico como el húmero,

ni levita ni coanita,

advierto que soy todo un pueblo

si tengo en cuenta el dolor, mis lecturas aplicadas

y yo. El resultado de censar mi vida

trae esta frase pulida,

y Gombrowicz tiene razón:

“No hay horror que no consiga amor”.

No, no hay, y ¡ay!

tampoco hay nada mejor. Sentarse y aun a oscuras

proseguir con la lectura.