Quiero hablar del cuerpo, de la medida del cuerpo. Ese cuerpo cambiante, desde los
primeros años, ese cuerpo que está constantemente transformándose, ese cuerpo que no
controlo del todo. Lo opuesto a la estabilidad, lugar de mareas. Mi cuerpo dice, significa lo
que no sé poner en palabras, un mensaje sin duda espeluznante, deformante. (…) Mi
cuerpo como un lugar, no, es falso, mi cuerpo como una persona, como una alteridad de
la que ignoro el principio, mi cuerpo como un misterio".
En la pileta diseñada por Le Corbusier, considerando al Modulor, es decir, con las
medidas ideales del hombre, un cuerpo femenino se inscribe en el agua, se define con y
en oposición a los otros y sus miradas. Un cuerpo que se hace voz para proferir sus
secretos. En esa arquitectura acuática, Irma Pelatan despliega la memoria de un cuerpo
del que poco a poco se apropia, un cuerpo que se transforma en escritura y escapa a los
estándares. Nadar en esas aguas se vuelve escritura. Cada capítulo, el ritmo del nado. Y
entre ellos, su respiración: el tentador blanco del papel.
Lucía Dorín

El olor a cloro - Irma Pelatan

$14.000
El olor a cloro - Irma Pelatan $14.000

Quiero hablar del cuerpo, de la medida del cuerpo. Ese cuerpo cambiante, desde los
primeros años, ese cuerpo que está constantemente transformándose, ese cuerpo que no
controlo del todo. Lo opuesto a la estabilidad, lugar de mareas. Mi cuerpo dice, significa lo
que no sé poner en palabras, un mensaje sin duda espeluznante, deformante. (…) Mi
cuerpo como un lugar, no, es falso, mi cuerpo como una persona, como una alteridad de
la que ignoro el principio, mi cuerpo como un misterio".
En la pileta diseñada por Le Corbusier, considerando al Modulor, es decir, con las
medidas ideales del hombre, un cuerpo femenino se inscribe en el agua, se define con y
en oposición a los otros y sus miradas. Un cuerpo que se hace voz para proferir sus
secretos. En esa arquitectura acuática, Irma Pelatan despliega la memoria de un cuerpo
del que poco a poco se apropia, un cuerpo que se transforma en escritura y escapa a los
estándares. Nadar en esas aguas se vuelve escritura. Cada capítulo, el ritmo del nado. Y
entre ellos, su respiración: el tentador blanco del papel.
Lucía Dorín