El oficio son dos libros: en el primero, Dovlátov cuenta su vida en la Unión Soviética antes de emigrar; en el segundo, cuenta su vida de emigrado en Estados Unidos. Las anécdotas, a veces desopilantes, a veces tremendas, le dan ritmo a una vida caótica marcada por el deseo de todo escritor de publicar sus obras; de manifestarse, de ser; en pocas palabras: de ejercer su oficio. En sus afirmaciones, Dovlátov es concluyente: “Estoy convencido de que con Gógol tenemos los mismos derechos”, y precisa: “un derecho imprescriptible. El derecho de publicar lo escrito. Quiero decir, el derecho a la inmortalidad o al fracaso”. La literatura de Dovlátov no se lee entre líneas; no hay retórica ni altisonancia, Dovlátov es un amigo que entra en nuestra casa con una botella de vodka y se sienta a conversar con nosotros. Nos hace reír, llorar, hasta podemos enojarnos  con él; pero al final nos convence y nos alista en su ejército de entusiastas. Porque él sabe que la literatura es una guerra. Una guerra sorda en la que el escritor pelea en desventaja. Una guerra que se define en la persistencia, en el trabajo permanente, en el estilo. Una guerra por el derecho del escritor a ser leído. Una guerra en la que cada libro, publicado o prohibido, editado en Estados Unidos o circulando clandestinamente en Rusia, es una batalla más. Una guerra que pone a prueba la verdadera condición del escritor, su oficio. Una guerra por el derecho a la inmortalidad o al fracaso. – Fulvio Franchi

 

El oficio - Sergéi Dovlátov

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El oficio son dos libros: en el primero, Dovlátov cuenta su vida en la Unión Soviética antes de emigrar; en el segundo, cuenta su vida de emigrado en Estados Unidos. Las anécdotas, a veces desopilantes, a veces tremendas, le dan ritmo a una vida caótica marcada por el deseo de todo escritor de publicar sus obras; de manifestarse, de ser; en pocas palabras: de ejercer su oficio. En sus afirmaciones, Dovlátov es concluyente: “Estoy convencido de que con Gógol tenemos los mismos derechos”, y precisa: “un derecho imprescriptible. El derecho de publicar lo escrito. Quiero decir, el derecho a la inmortalidad o al fracaso”. La literatura de Dovlátov no se lee entre líneas; no hay retórica ni altisonancia, Dovlátov es un amigo que entra en nuestra casa con una botella de vodka y se sienta a conversar con nosotros. Nos hace reír, llorar, hasta podemos enojarnos  con él; pero al final nos convence y nos alista en su ejército de entusiastas. Porque él sabe que la literatura es una guerra. Una guerra sorda en la que el escritor pelea en desventaja. Una guerra que se define en la persistencia, en el trabajo permanente, en el estilo. Una guerra por el derecho del escritor a ser leído. Una guerra en la que cada libro, publicado o prohibido, editado en Estados Unidos o circulando clandestinamente en Rusia, es una batalla más. Una guerra que pone a prueba la verdadera condición del escritor, su oficio. Una guerra por el derecho a la inmortalidad o al fracaso. – Fulvio Franchi