La sed de la voz poética de Verene Snopek realmente no tiene límites. Y cuando digo esto, no lo digo con liviandad. Snopek no tiene miedo de cometer actos de (auto) canibalismo, y de hecho es en la propia sangre, el olor de la piel, la propia carne cruda, donde la sed parece (aunque sólo sea momentáneamente) saciada. Verene Snopek continúa la tradición de Plath y Pizarnik de enfrentar mediante la poesía a sus demonios internos. Mucho se habla de los destinos de estas poetas, sin embargo, y poco del coraje que conlleva el tomar la pluma para vencer la propia oscuridad. Como ellas, Snopek toma las piezas de lo que queda y tratar de reescribirse una nueva esperanza. Y se asegura de que haya pinceladas de algo más luminoso también, incluso si la tiene que disfrazar de teoría conspirativa: “pero por lejos / mi más loca teoría / de la que todos se ríen / es que el amor es real / y yo juro que lo siento”. Al final del día, creo que la verdadera esperanza está en la propia sed, que es la sed por la palabra, la sed de poesía, la sed que nunca habrá de ser saciada. Se contrapone con la figura de un océano, que es un océano lleno de imágenes, pero jamás de agua potable. Ahí está la promesa de que la vida (y la producción poética) continuarán, siempre en busca de la luz de algún faro que se encuentre en el camino. 

 

 Cielo T. Martínez

El océano y la sed - Verene Snopek

$9.500
El océano y la sed - Verene Snopek $9.500

La sed de la voz poética de Verene Snopek realmente no tiene límites. Y cuando digo esto, no lo digo con liviandad. Snopek no tiene miedo de cometer actos de (auto) canibalismo, y de hecho es en la propia sangre, el olor de la piel, la propia carne cruda, donde la sed parece (aunque sólo sea momentáneamente) saciada. Verene Snopek continúa la tradición de Plath y Pizarnik de enfrentar mediante la poesía a sus demonios internos. Mucho se habla de los destinos de estas poetas, sin embargo, y poco del coraje que conlleva el tomar la pluma para vencer la propia oscuridad. Como ellas, Snopek toma las piezas de lo que queda y tratar de reescribirse una nueva esperanza. Y se asegura de que haya pinceladas de algo más luminoso también, incluso si la tiene que disfrazar de teoría conspirativa: “pero por lejos / mi más loca teoría / de la que todos se ríen / es que el amor es real / y yo juro que lo siento”. Al final del día, creo que la verdadera esperanza está en la propia sed, que es la sed por la palabra, la sed de poesía, la sed que nunca habrá de ser saciada. Se contrapone con la figura de un océano, que es un océano lleno de imágenes, pero jamás de agua potable. Ahí está la promesa de que la vida (y la producción poética) continuarán, siempre en busca de la luz de algún faro que se encuentre en el camino. 

 

 Cielo T. Martínez