La vida política ha tomado un nuevo curso que configura una democracia diferente a la que conocimos. La ciudadanía, en el centro de la escena, solo cede parcialmente su soberanía en el acto electoral, habilitando una democracia continua, con ciudadanos alertas y desconfiados hacia el poder, en la que cada decisión de gobierno significativa requiere ser legitimada en sí misma y es objeto potencial de veto y movilización de rechazo.
El sistema representativo se halla debilitado, al tiempo que se instalan otras representaciones en el espacio público continuo y nuevos movimientos políticos y sociales —con identidades no derivadas de una condición social— que aspiran a una representación con frecuencia basada en principios asamblearios de horizontalidad sin liderazgos y pretenden independencia y autonomía. El espacio público adquiere así centralidad y se expande más allá de sus fronteras tradicionales, ilustración de lo cual es la disputa por el control y la regulación de los medios de comunicación e Internet.
Isidoro Cheresky sostiene que estas y otras transformaciones que se tratan rigurosamente a lo largo de este volumen presentan un gran desafío para los contemporáneos e invitan a un involucramiento en la vida pública. Por un lado, experimentamos la expansión efectiva, y en muchos casos aun potencial, de democracia inclusiva y de libertad sin tutorías ni mandatos ancestrales; pero, por otro lado, la primacía llevada al extremo de los liderazgos de popularidad puede derivar en la paralela emergencia de nuevas formas de gobierno decisionista y plebiscitario que vengan a suplir la desarticulación de las viejas instituciones. Los trazos del nuevo rostro de la democracia aún no son certeros; serán modulados por la acción de quienes quieran y puedan asumir el desafío de esta mutación.

El nuevo rostro de la democracia - Isidoro Cheresky

$21.500
El nuevo rostro de la democracia - Isidoro Cheresky $21.500

La vida política ha tomado un nuevo curso que configura una democracia diferente a la que conocimos. La ciudadanía, en el centro de la escena, solo cede parcialmente su soberanía en el acto electoral, habilitando una democracia continua, con ciudadanos alertas y desconfiados hacia el poder, en la que cada decisión de gobierno significativa requiere ser legitimada en sí misma y es objeto potencial de veto y movilización de rechazo.
El sistema representativo se halla debilitado, al tiempo que se instalan otras representaciones en el espacio público continuo y nuevos movimientos políticos y sociales —con identidades no derivadas de una condición social— que aspiran a una representación con frecuencia basada en principios asamblearios de horizontalidad sin liderazgos y pretenden independencia y autonomía. El espacio público adquiere así centralidad y se expande más allá de sus fronteras tradicionales, ilustración de lo cual es la disputa por el control y la regulación de los medios de comunicación e Internet.
Isidoro Cheresky sostiene que estas y otras transformaciones que se tratan rigurosamente a lo largo de este volumen presentan un gran desafío para los contemporáneos e invitan a un involucramiento en la vida pública. Por un lado, experimentamos la expansión efectiva, y en muchos casos aun potencial, de democracia inclusiva y de libertad sin tutorías ni mandatos ancestrales; pero, por otro lado, la primacía llevada al extremo de los liderazgos de popularidad puede derivar en la paralela emergencia de nuevas formas de gobierno decisionista y plebiscitario que vengan a suplir la desarticulación de las viejas instituciones. Los trazos del nuevo rostro de la democracia aún no son certeros; serán modulados por la acción de quienes quieran y puedan asumir el desafío de esta mutación.