Mao es un niño chino que vive en una ciudad de provincias. De grande, decide escribir su infancia y nos cuenta sus aprendizajes y aventuras: con los gatos de la casa, con Chen Hong Cai –su nuevo amigo hijo de unos vecinos pobres recién llegados de otra provincia–, con Lao Song, un zapatero remendón que le enseña el arte de restaurar libros antiguos.

Aunque sea un segundo, vale la pena mirar la vida hacia atrás, disponerse a observar con ojos jóvenes a las personas y cosas perdidas. Puede ser triste, puro, emocionante, pero siempre hay una especie de verdad tierna y cálida allí. Reconforta.

El niño es una historia de crecimiento en que la niñez modela al adulto, una historia deliciosa para todas las edades.