Hoy, en el arte, todo es posible. Al calificar cualquier cosa de artística –una mancha, una lata de conserva, un cuerpo sanguinoliento o los excrementos–, el llamado arte contemporáneo realiza una negación radical de los códigos y las reglas, de la tradición y los criterios de juicio que, sin embargo, todavía impregnan y estructuran la mayoría de las conciencias. Librado de los ideales humanistas y de su dimensión progresista, este arte abraza el proyecto del liberalismo libertario, que responde a una clase social dominante, y no a todas. Proyecto de un mundo vacío en el que reinan el cinismo, el oportunismo y el egoísmo.
Las prácticas artísticas que el arte contemporáneo pone en valor apuntan con ello a trastornar los comportamientos y las mentalidades en el júbilo de una regresión narcisista que transgrede prohibiciones necesarias para la construcción de sí y la vida en sociedad. Todos los preceptos civilizatorios devienen allí objetos fóbicos y obstáculos insoportables para una creación que se ha vuelto adepta a la subjetividad, el relativismo, la espontaneidad y el goce.
Situados en la esfera freudo-marxista, los autores de este libro asumen una perspectiva a la vez sociológica, psicoanalítica e histórica que les permite, a través del análisis de las obras de arte consideradas más relevantes del siglo XX, esclarecer la inversión de valores efectuada por un capitalismo postmoderno que celebra lo vacío, lo banal, lo absurdo, el desecho, lo escatológico, lo pornográfico y lo mórbido.