Editorial

Claudia Aguilera

En caída libre el cuerpo toma diferentes formas

¿Dónde estan las lesbianas?

La posta

Fuksia

Indias, marimachos, tortas y Arpias

Dani Leoni

Elegir el trabajo sexual

Variaciones espirituales sobre el activismo vihrico contemporáneo

----

Celebraciones en papel

Aun cuando en este contexto pandémico es difícil hablar del estar junt*s, pues la manera en que lo hacíamos cambió, seguimos apostando al encuentro. Más allá o más acá de los objetivos que nos convocan, sabemos que el encuentro entre cuerpos abre posibilidades para afectarnos un*s a otr*s, alojando la potencia de transformar los modos en que habitamos el mundo y construimos comunidad. Una lógica neoliberal amenaza esa potencia al aislarnos, al separarnos en pequeños grupos, al comprometernos apenas con quienes consideramos más cercan*s. Un festival contradice esa idea, arrojándonos a lo impredecible del encuentro con otr*s que no elijo pero con quienes estoy construyendo lazos comunitarios. De hecho, el deleite siempre fue abierto a un público más amplio, propiciando el diálogo con quienes no suelo encontrarme y afianzando vínculos con quienes he decidido compartir luchas y cotidianeidades.

Entre los cuerpos circulan entonces afectos, entre ellos destacamos aquellos que tienen que ver con el disfrute, el gozo. En la complicidad de los placeres encontramos un refugio que sirve de referencia, que permite tejer redes afectivas y políticas. Placeres que no nos alejan de las disputas políticas que debemos dar, para sentirnos en comunidad y poder pensar estrategias para “organizar la rabia, defender la alegría”.

De hecho, entendemos a los afectos considerados “negativos” como parte de nuestros encuentros. Tal como afirman varias discusiones políticas feministas que venimos abrazando. Las tristezas, las decepciones y los enojos, aquellos que nos pueden generar, la muerte de compañer*s, las dificultades de acceso a derechos y las injusticias; nos mueven a la organización de la rabia, a la toma de posición/palabra y puesta en marcha de otras formas de vivir.

El deleite de los cuerpos - Número 2

$8.000
El deleite de los cuerpos - Número 2 $8.000

Editorial

Claudia Aguilera

En caída libre el cuerpo toma diferentes formas

¿Dónde estan las lesbianas?

La posta

Fuksia

Indias, marimachos, tortas y Arpias

Dani Leoni

Elegir el trabajo sexual

Variaciones espirituales sobre el activismo vihrico contemporáneo

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Celebraciones en papel

Aun cuando en este contexto pandémico es difícil hablar del estar junt*s, pues la manera en que lo hacíamos cambió, seguimos apostando al encuentro. Más allá o más acá de los objetivos que nos convocan, sabemos que el encuentro entre cuerpos abre posibilidades para afectarnos un*s a otr*s, alojando la potencia de transformar los modos en que habitamos el mundo y construimos comunidad. Una lógica neoliberal amenaza esa potencia al aislarnos, al separarnos en pequeños grupos, al comprometernos apenas con quienes consideramos más cercan*s. Un festival contradice esa idea, arrojándonos a lo impredecible del encuentro con otr*s que no elijo pero con quienes estoy construyendo lazos comunitarios. De hecho, el deleite siempre fue abierto a un público más amplio, propiciando el diálogo con quienes no suelo encontrarme y afianzando vínculos con quienes he decidido compartir luchas y cotidianeidades.

Entre los cuerpos circulan entonces afectos, entre ellos destacamos aquellos que tienen que ver con el disfrute, el gozo. En la complicidad de los placeres encontramos un refugio que sirve de referencia, que permite tejer redes afectivas y políticas. Placeres que no nos alejan de las disputas políticas que debemos dar, para sentirnos en comunidad y poder pensar estrategias para “organizar la rabia, defender la alegría”.

De hecho, entendemos a los afectos considerados “negativos” como parte de nuestros encuentros. Tal como afirman varias discusiones políticas feministas que venimos abrazando. Las tristezas, las decepciones y los enojos, aquellos que nos pueden generar, la muerte de compañer*s, las dificultades de acceso a derechos y las injusticias; nos mueven a la organización de la rabia, a la toma de posición/palabra y puesta en marcha de otras formas de vivir.