Poesía. Colección Rosa de los Vientos, año 2020. Editorial Palabrava. 104 páginas. Fotografía de tapa: Pablo Aguirre.

El cardo en el lomo del rinoceronte incluye: "Instantáneas", "La barca de la pena" y el que da título al volumen.

Alicia Acosta nos entrega un discurso sucinto que lleva a su máxima expresión la tensión de la palabra. Estos poemas ponen de relieve ese imaginario en cada verso escueto, pero a su vez, iluminado. Se nutre de pocos elementos y, sin embargo, moviliza aquello que subyace, esa desesperada y a la vez esperanzada búsqueda, que la poeta nos confía.

Alicia Acosta convoca cada una de las palabras para habitar ese desierto cotidiano de lo mínimo que para ella conlleva soledad, pena, levedad: Y, herida de belleza,/ se inclina sobre los pedazos; llora a mares/ una sola lágrima de piedra; la barca de la pena/nos mece dulcemente.

Inscripta en una tradición literaria que proviene de Juan. L, y continúa en Beatriz Vallejos, Acosta nos deja estas iluminaciones de una sobriedad extrema.

El cardo en el lomo del rinoceronte - Alicia Acosta

$15.000
El cardo en el lomo del rinoceronte - Alicia Acosta $15.000

Poesía. Colección Rosa de los Vientos, año 2020. Editorial Palabrava. 104 páginas. Fotografía de tapa: Pablo Aguirre.

El cardo en el lomo del rinoceronte incluye: "Instantáneas", "La barca de la pena" y el que da título al volumen.

Alicia Acosta nos entrega un discurso sucinto que lleva a su máxima expresión la tensión de la palabra. Estos poemas ponen de relieve ese imaginario en cada verso escueto, pero a su vez, iluminado. Se nutre de pocos elementos y, sin embargo, moviliza aquello que subyace, esa desesperada y a la vez esperanzada búsqueda, que la poeta nos confía.

Alicia Acosta convoca cada una de las palabras para habitar ese desierto cotidiano de lo mínimo que para ella conlleva soledad, pena, levedad: Y, herida de belleza,/ se inclina sobre los pedazos; llora a mares/ una sola lágrima de piedra; la barca de la pena/nos mece dulcemente.

Inscripta en una tradición literaria que proviene de Juan. L, y continúa en Beatriz Vallejos, Acosta nos deja estas iluminaciones de una sobriedad extrema.